A raíz de un comentario de Elena, mi mujer, que le parecía que viajaba poco, surgió la idea de hacer algo especial, un viaje distinto a lo que estaba acostumbrado: el Camino de Santiago en ciclomotor.

La fecha para realizarlo sería en noviembre o diciembre del año pasado pero la marca de ciclomotores que me ofrecía tres vehículos de fábrica para la prueba se echó atrás en el último momento y no pudo ser.

Este año, con menos pretensiones grandilocuentes, decidí salir a la ruta con un viejo ciclomotor, un Vespino que, gentilmente, me ofreció mi taller de confianza, Garaje Paco en Coaña, Asturias. Allí, en una de las naves del taller, había varios ciclomotores a mi entera disposición. Yo, que habría dado un dedo por uno de esos chismes cuando tenía catorce años ahora tenía un montón para escoger…

Me decidí por un Vespino, una máquina fiable, de fabricación española y con gran solera a sus espaldas. Un rápido vistazo a la moto y una mirada cómplice con Paco, el dueño del taller, bastó para decidir.

El día 20 de noviembre, después de haber enviado la moto por transporte, tomaré un tren con destino a Pamplona y, una vez allí, comenzará esta particular travesía por el Norte de España hasta llegar a Santiago.

Las etapas aún no están establecidas, se irán conformando según avance la ruta pero serán de unos 200 kilómetros aproximadamente.