blogMe diréis que siempre estoy criticando, tocando la fibra sensible, que soy un pejiguero, pero alguien tiene que hacerlo, no? Si todos nos dedicáramos a cantar las loas de lo que acontece por la red, si sólo escribiéramos panegíricos sobre los que viajan en moto y todo sería tan empalagoso que daría asco poner la manos sobre el ratón. Así las cosas vamos a ello, en esta ocasión con lo que no me gusta de los blogs de viajeros, grandes y pequeños.

El Diseño. Por norma general los “grandes viajeros” (otro día nos dedicaremos a desentrañar qué es lo que se esconde detrás de tan rimbombante título) tienen blogs o páginas web muy bien diseñadas. Claro que, como en todo, hay excepciones, como aquella vez que casi me da un síncope al entrar en el blog de El Búfalo, que tenía una imagen de fondo y unos colores rayanos con lo punible.

La Usabilidad. Además del diseño malo también molesta la mala disposición de la información. No es de recibo que, cuando llega un nuevo lector a la página, alguien que no sabe de las andanzas de su propietario, necesite varios minutos navegando por las secciones hasta llegar al principio del viaje. Qué menos que un resumen del proyecto y una presentación del viajero. Aunque, como en todo, siempre hay un término medio; tampoco es necesario un curriculum con toda la vida y obra del interfecto desde su más tierna infancia y su primera motofeber. Con cuatro pinceladas es suficiente, algo que nos de una idea de la persona que escribe pero sin contar todas sus excelencias, que en los currículos se miente mucho. Además, alguien que escribe más de una página acerca de si mismo para presentarse, carece de la capacidad de síntesis necesaria para contar su viaje.

Las Fotos. Comprendo que no todos somos grandes fotógrafos (ya lo dijo aquel filósofo humilde: “nadie es perfecto, ni siquiera yo”) y por lo tanto se disculpan fotos con mal encuadre o carentes de interés. Pero hombre, no me pongas galerías eternas de fotos desenfocadas, aburridas y sin sustancia. No me castigues la vista con mil posados de tu moto porque, si quisiera ver fotos de motos usadas me iba a una página de segunda mano. Y tampoco me intentes deslumbrar con paisajes increíbles porque, una vez que los capturas en el mínimo encuadre de una fotografía, pierden parte de su encanto. Una cosa es verlo en vivo y otra muy distinta observarlo desde la tableta, el móvil o el ordenador de sobremesa.

La Carretera. A veces se abusa tanto de las descripciones del estado de la carretera que el autor parece un aprendiz de ingeniero de caminos. Lo mismo de los bares de carretera y las consumiciones. Si no había nada digno de contar cuando paraste a poner gasolina pues no me aburras con las paradas, con los cafés, las cocacolas o los pinchos de tortilla. Y no me pongas las fotos de la comida que el olor y el ambiente del bar no se transmiten fácil. Además, yo también como todos los días y ya sé lo que es ver una fuente de patatas fritas sobre la mesa.

La Ruta. Hay quien, una vez que se sube a la moto, a la autocaravana o al coche, se convierte en una especie de tomtom con patas. Yo soy uno de ellos. Me encanta ir mirando el mapa, trazando rutas, adivinando itinerarios sobre la marcha… cuando voy de copiloto, claro. Pero eso no significa que, una vez que te pones a escribir, tengas que ir cantándonos cada curva como la Srta. Mónica, la del Garmin. No vamos a usar tu página web ni tu blog para llegar a ninguna parte. Cuéntanos el nombre de los lugares, lo que nos podemos enconrar, los atractivos, lo desechable… pero no nos aburras con un rutómetro que no vamos a seguir. Nosotros también sabemos trazar rutas en Google Maps o seguir a nuestro dedo por el mapa. Nada de “al llegar al punto kilométrico X tomar a la derecha por la comarcal ZY-23 y después…” Eso es un tostón y aburre a las piedras.

El Héroe. No hace falta que te hagas el héroe, te voy a querer igual. Si llueve te mojas y si nieva te acojonas pero no es necesario que conviertas el asunto en algo épico si no lo es. No digo que no sea una aventura y se relate como tal, pero tampoco hay que exagerar. Por ejemplo, si te vas con la moto a comprar el pan a la tienda de la esquina o al Carrefour a pillar aceite, no me digas que caminabas con sigilo por los pasillos porque te acechaban un grupo de terroristas afganos: no cuela. O que el panadero te sirvió la bagette muy caliente y temiste perder tus dedos. Tampoco cuela. Las cosas normales, bien contadas, también tienen su encanto. No es necesario correr una aventura en cada salida en moto ni una odisea en cada viaje.

La Constancia. Qué decir de esos y esas que terminan el viaje y si te he visto no me acuerdo. No me gusta que me dejen colgado, que me den plantón. Esas personas que te cuentan su viaje, que apuntan maneras y que al terminar su ruta desaparecen sin dejar huella, ¿se los traga la tierra? ¿Quedan tan hastiados de viaje que no vuelven a salir de casa? ¿O es que después de una gran aventura todo lo demás les parece pequeño para narrar? No se necesita ir al quinto carajo para contar cosas, para vivir experiencias nuevas y para deleitar a los demás relatándolas. ¿Acaso creíais que vuestros seguidores lo éramos sólo por vuestro viaje? ¿Tan poco aprecio os tenéis?

Otras cosas que no me gustan de los blogs de viajes tienen más que ver con las personas que con el diseño, el estilo o la capacidad.