tumblr_n25hhdQK1T1sma9w2o3_1280Y se preguntarán ustedes “¿Este tipo es gilipollas? Resulta que vió la primera película del fantasma motorizado y le pareció un truño pero ahora ve la secuela“. Pues sí, los caminos de esta página son inexcrutables y paradójicos, no sólo frívolos.

Efectivamente El Motorista Fantasma 1 es, con toda seguridad, la peor película de superhéroes que se haya filmado jamás, pero la segunda… también. No es tan chusca como la primera, desde luego, pero eso se debe a que los efectos especiales son más sofisticados. Ahora hay más fuego, más explosiones, más ruido, más armas y más gente; es decir, los ingredientes que más gustan al público norteamericano. A pesar de ello no ha cosechado grandes éxitos. Eso sí, seguramente no haya dado pérdidas porque se han gastado 53 millones de dólares, justo la mitad que con la primera. Se ve que no había mucha confianza a la hora de invertir.

Nuestro simpático motorista cambia de montura para la ocasión y, si antes eran el cromo y el fuego su divisa, ahora abandona la Harley por una V-Max con una pinta mucho más rotunda. Lo cierto es que esta muscle-bike resulta más atractiva a la vista y, quizá, sea lo único que se salve de toda la película.

En esta segunda parte vuelven a atacar con un guión insulso, simple y previsible: el hijo del diablo va a tomar el relevo de su padre y El Motorista Fantasma ha de impedirlo, así de simple. Uno no se explica como El Diablo, con un poder que rivaliza con el del mismísimo Dios, no es capaz de cuidar de su propio hijo. Habida cuenta de que ha de relevarlo en su maligna función, no entiende uno como es que lo deja durante años al cuidado de una madre inepta y a merced de las largas manos de El Bien. Rediós, Mefistófeles, atiende a tu progenie que es el pilar básico de tu intento de dominar el mundo. No cabe duda de que así, con esta falta de responsabilidad, no vamos a ninguna parte.

Las fuerzas del bien, de igual modo, hacen aguas por todos lados: un cura alcohólico y fracasado, un puñado de monjes con pinta de Hellraiser y nuestro hombre cerilla que, como siempre, no se sabe muy bien de qué parte está.

Ya la cosa comienza mal, con una Ural sonando como una R y haciendo eses por la carretera como si condujese una mona borracha. Epic fail. Ese sonido no pega ni con cola, puede verlo hasta alguien que no sepa nada de motos. Luego vienen una serie de incongruencias como el hecho de que cuatro pelagatos sean capaces de conquistar una fortaleza que, según sus guardianes, es inexpugnable. Aquí alguien parece ser muy tonto…

Por supuesto, Nicolas Cage sigue igual de acartonado pero con más entradas en sus sienes. Creo que este hombre me causa más grima cada día. Alguien tendría que decirle que su cara de maduro-atormentado ya está muy vista y que probase a ensayar nuevos registros. Aunque, cierto es, si yo fuese el hazmerreir del cine americano también estaría atormentado.

En fin, que podría seguir desgranando el guión, el pésimo maquillaje, las incongruencias, la aparición del, por lo visto inmortal, Cristopher Lambert o la poca chicha de esta película que se desinfla después de aparecer el título en pantalla, pero no creo que ni la obra, ni ustedes se lo merezcan.

Si quieren ver una buena película de motos, cómprense una idem, en caso de que no la tengan, y salgan a dar una vuelta por ahí. No verán nada igual, se lo aseguro.