Spotify

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Dios me libre de hacer proselitismo a favor de Spotify, que hasta me cuesta trabajo pronunciarlo. No es mi intención ligar la música del programa con esta plataforma musical. De hecho, la mayoría de la que uso es de Jamendo, que tiene licencia Creative Commons.

Sin embargo, como ya he comentado, la que suelo escuchar en la moto son mis listas de Spoti. ¿Por qué? Por comodidad. la llevo en el móvil, puedo escucharla sin conexión con lo cual no hay tráfico de datos y dispongo de un catálogo tan amplio que necesitaría más de cien vidas para escucharlo todo.

Para que esto sea posible, es decir, para tener un inmenso catálogo musical en tu ordenador o en tu dispositivo móvil es necesario, como no podría ser de otro modo, pagar. Al hacerlo te conviertes en usuario “pro” y tienes la posibilidad de escuchar música off-line en tu smartphone, una posibilidad que está vedada a los usuarios “de gratis”. Además eliminas la publicidad.

El precio de todo esto es, si eres cliente de Movistar, 5 € +IVA al mes, una cantidad que, si bien no es barata, dependiendo de la cantidad de música que escuches, puede resultar asequible. Claro que me la podría bajar del emule o cualquier otro P2P pero me volvería loco. De hecho, cuando empecé con Spotify era lo que hacía: escuchar la música en su plataforma y luego bajarme el disco completo. ¿Para qué? Para nada, para volverme loco y llenar el disco duro con archivos inútiles al cabo de un tiempo.

Ahora la música ya no ocupa un espacio físico en mi vida. Viene en mi móvil, está en mi ordenador y si me apetece piratearla para usar en algún sitio puedo hacerlo con programas como Audio HiJack y parecidos. Hace años que no compro un CD y escucho más música legal que nunca.

Y cada carretera tiene su propia lista. Y cada estado de ánimo tiene su propia música. Y cada viaje tiene una bando sonora original irrepetible y única. Como único es el viaje.

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