Váter turco

Váter turco

Turquía, a pesar de ser un país laico, tiene un 99% de población musulmana, el resto de religiones son casi testimoniales. En una encuesta reciente de la Comisión Europea, el 94% de la población se declaró creyente.

El Islam, una religión de corte medieval y que nace entre los pastores nómadas de desierto, tiene una serie de preceptos relativos a la higiene del creyente y un conjunto de normas básicas que se han de cumplir a rajatabla.

El cuerpo de un creyente musulmán ha de estar libre de cualquier impureza; Al Tahára, la depuración física y espiritual. Tahára indica un estado, en la terminología islámica, libre de Nayása, de impurezas que se interpongan entre el hombre y su Dios. Hay Nayása tolerable, como por ejemplo el pis de un bebé, el barro, los mosquitos en el traje de la moto, las babas de perro… Pero otras, como los excrementos, el semen, la orina, han de ser erradicados del cuerpo siguiendo una higiene escrupulosa.

En Marruecos es habitual ver en los servicios de cualquier establecimiento público un grifo a cuarenta o cincuenta centímetros del suelo y un caldero para lavarse el ano después de defecar.   Aquí, en Turquía, como son mucho más avanzados tienen un sistema de “bidet” incorporado en la taza del váter, aunque también podemos encontrar el caldero y el grifo en algunos lugares. Por cierto, esta operación de aseo ha de realizarse con la mano izquierda por eso el uso social de ésta está bastante restringido. Aunque ahora ya es un poco anacrónico en ciertos ambientes aún tiene carácter de “mano impura”.

He de decir que los que, a los que somos de vientre flojo y enseguida nos afectan los cambios de alimentación, agradecemos esto del chorro en el culo. Sales del baño con la retaguardia fresca y presto al encuentro con Dios.

PD.: Si abres demasiado el grifo el chorro te da directamente en los testículos.