Carretera a Kargil

En poco más de dos horas conduciendo por Cachemira y Jamu ya me creía un indio, al menos en lo tocante al viaje por carretera. La aparente ausencia de normas hacía que la conducción pareciese un «sálvese quien pueda» y en eso soy especialista. Hay, sin embargo, dos normas básicas cuando se conduce una moto por India.

Primera: se conduce por la izquierda.

Segunda: nunca tienes la preferencia.

Estos dos axiomas, que pueden recombinarse con otros, no hay que tomarlos como una verdad absoluta pero conviene tenerlos en cuenta. En cuanto a la segunda norma,las preferencias se establecen según tamaño.

En primer lugar y en la cúspide de la pirámide de la conducción, están los camiones. Conviene no olvidarse de esto porque ellos se saben los reyes de la ruta y aunque suelen ser educados, no tienen demasiados miramientos con vehículos de inferior categoría.

Luego están los diferentes tipos de autobuses, furgonetas y otros destartalados autorrodantes para el transporte de personas. Suelen ser bastante rápidos y ocupan una porción considerable de la calzada.

En tercer lugar en la escala evolutiva figuran los todo terrenos, especialmente los Mahindra pick-up.

Justo por encima de las motos están los taxis, vehículos particulares y turismos en general.

Además hay toda una serie de vehículos encuadrados en categorías particulares que tienen o no preferencia dependiendo de  quien los maneje, me refiero a tuk-tuk´s, tractores, carros de caballo, búfalo o camello y otros engendros mecánicos. Por supuesto, en el escalafón más bajo y despreciable están los peatones a quienes hay que espolear a ritmo de claxon. A decir verdad el claxon es un adminículo indispensable en cualquier tipo de vehículo; conviene usarlo con profusión el mayor número de veces posible durante cualquier trayecto. Se usa al adelantar, para pedir paso, para espantar viandantes y animales, para saludar y en general, para demostrar que estás ahí y tienes la intención de hacer algo. Algo que, sin duda, el conductor que te precede o antecede adivinará.

Carreteras del Himalaya

Las carreteras en la zona norte, en los Himalayas, tienen tráfico escaso pero eso no las hace menos peligrosas. Están sometidas a un estado de obras permanente debido a los innumerables desprendimientos, corrimientos de tierra y avenidas de agua, entre otros devenires. Son una contínua fuente de sorpresas. Podríamos calificar el estado de las carreteras como «la cosa más inesperada del mundo».

Lo bueno de este estado de cosas es que las carreteras son una inagotable fuente de peripecias, aventuras y situaciones rayanas con lo absurdo. Se suceden sustos y sonrisas de forma constante y uno tiene la sensación de que cualquier vial indio es un ecosistema particular en el que se dan cita lo extraordinario y lo cotidiano. Un día cualquiera, en la carretera de Srinagar a Kyonon, nos encontramos con un tramo en obras. No tendría nada de especial encontrarse en una zona en reparación porque allí los inviernos son muy duros y cualquier carretera está sometida a reparación constante. Lo particular de esta es que tenían que realizar una serie de voladuras. Y allí estaban un par de indios colocando cartuchos de explosivos mientras motos, coches y autobuses de pasajeros pasaban a su lado con indiferencia. ¿Medidas de seguridad? Bueno, se supone que los usuarios ya han visto que la carretera está en obras en su mayor parte así que no hacen falta más avisos. Aquí el conductor viaja por su cuenta y riesgo y cada persona es responsable de sus actos.

Explosivos

Explosivos al lado de la carretera

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Operarios trajinando con la Goma2

En lugares más poblados que las carreteras de los Himalayas la cosa cambia. En el Rajastán, por ejemplo, ya no tienes que estar tan pendiente de los precipicios, los convoyes militares, los camiones y las carreteras destartaladas. Aquí se unen a los placeres cotidianos las vacas, los cebús, los carros de camellos, los búfalos, las personas y en general, todo lo que te puedas imaginar. Has de estar preparado para una conducción creativa y con todos los sentidos atentos a tráfico.

Pero, como siempre, lo más importante es divertirse.

Conduciendo en Rajastán