Desde muy pequeño recuerdo la anécdota de unos aventureros que se habían quedado tirados en el desierto con su Citroën 2CV. Contaban los chavales mayores, expertos ellos en motores, en sexo y en cientos de cosas más, que el coche de estos dos intrépidos overlanders se había quedado sin aceite y estaban abocados a una muerte segura. Yo, escuchándolos atentamente, me imaginaba las dunas de Sáhara, el calor axfixiante y el “dos caballos” abrasándose bajo un sol tórrido.

Según los instructores que nos guiaban a la vida adulta, a los dos arrojados conductores se les ocurrió llenar el carter con plátanos machacados: eso lubricaría el motor y así conseguirían salir de aquel atolladero. Y así lo hicieron. No sólo salieron de la situación sino que demostraron que el motor del Citroën era practicamente indestructible.  Después de esta anécdota, con pinta de leyenda urbana, solían hablar de una competición que había en Francia y que consistía en intentar volcar el 2CV en una curva muy cerrada. Hasta la fecha nadie había conseguido ponerlo patas arriba por mucha velocidad con que tomasen la “paella”.

Investigando sobre la anécdota, ésta aparece publicada bajo el título “Historias destacadas del Citroën 2CV” (Hoogtepunten huit de geschiedenis van de 2CV), o algo así, publicada en Bélgica en el año 1967. Según esta versión los hechos sucedieron en el desierto de Atacama y los plátanos fueron provistos por un “indiesito” que pasaba por allí. No estaban tan el peligro de muerte, por lo que se ve, si había movimiento de indios con plátanos en el bolso.

¿Pero, es cierta la historia de las bananas?

Los conductores del 2Cv eran Jacques Seguela y J.C. Baudot, estudiantes de medicina que en 1958 salieron de parís para lar la vuelta al mundo. recorrieron más de 100.000 Km. y pasaron aventuras de lo más rocambolesco que dejaron plasmadas en un libro: “La Vuelta al Mundo en un 2CV”. Actualmente está descatalogado y no he encontrado muchas referencias a la edición española de Plaza y Janés. No parece que en el libro se comente nada del tema.

Hay más versiones del “banaba affair”: se cuenta que un Volkswagen Escarabajo que participaba en un rally, el Bugazon en Baja California, se quedó sin aceite y un crío que pasaba por allí tuvo la idea de rellenar el carter con masa de plátano. Ni qué decir tiene que consiguieron terminar la etapa.

También se repite la misma anécdota con un camión del ejército en la Segunda Guerra Mundial. En en año 1976, en la revista Popular Sciencie, un lector preguntaba por ello.

¿Puede un motor funcionar con plátanos en lugar de aceite? ¿Tú que crees?