Internet está lleno de recomendaciones de todo tipo: que si los pueblos más bonitos, las ciudades más hermosas, los mejores destinos para ir de fiesta, los mejores restaurantes… Somos adictos a las listas y nos encanta saber qué es lo mejor, aunque sea a través de la opinión de los demás. Necesitamos que nos digan qué es lo más exclusivo y atractivo para no ir contracorriente por aquello que hablábamos de sentirse aceptado por el grupo.

Pero ¿son los lugares de esas listas lo que nosotros estamos buscando? A veces lo que es bueno para los demás no lo es para nosotros. Con frecuencia, visitamos lugares que hemos visto en la red y que, por una foto retocada, nos parecen espectaculares.  No son menos las veces en las que estos lugares nos desilusionan porque no cumplen con las expectativas que habíamos generado.

Pego de Inferno en Tavira

Hace unos días mi amigo Fran Brighton colgaba unas fotos en Facebook en las que contrastaba el enfrentamiento entre la cruda realidad y las expectativas emocionales. El Pozo do Inferno de Tavira, en Portugal, pasaba de ser un lugar mágico por mor del retoque fotográfico a convertirse en una poza infecta.

A mi también me pasa. He visitado sitios que parecían espectaculares y que no resultaron ser más que un triste “bluf” bajo el prisma de mi cámara de fotos porque, sabed amigos, que la realidad no tiene filtros. Bajo este barniz de desilusión vamos a desmitificar algunas de las carreteras que aparecen en os típicos listados de lugares por los que merece la pena pasar.

1- Carretera del Atlántico

Esta carretera noruega es una de las más fotografiadas y más mitificadas del mundo. Se nos presenta como una ruta emblemática digna de recorrer, tanto por sus paisajes como por el peculiar trazado que discurre entre islas e islotes separados por puentes de extraña belleza.
La realidad es que el tramo “espectacular” de la carretera no llega a tres kilómetros en los que nos encontramos el famoso puente curvo Storseisundet, uno de los ocho que conforman la ruta. En mi opinión es una carretera sobrevalorada cuyo principal atractivo reside el los paisajes espectaculares que hay para llegar allí. La Carretera del Atlántico en sí misma no es para tanto.

2- Pesso de Régua. La mejor carretera del mundo

La empresa de alquiler de vehículos Avis nos sorprendía hace algún tiempo con un estudio en el que se afirmaba que la mejor carretera del mundo para conducir estaba en Portugal.  Se basaron en una serie de parámetros que fueron elaborados por un diseñador de montañas rusas, un físico cuántico y un diseñador de circuitos.

Si bien la carretera N-222 desde Pinhão a Pesso da Régua discurre por paisajes hermosos, no tiene el trazado único que me esperaba y desde luego, está muy lejos de obtener un título tan pretencioso como el de “mejor carretera del mundo”.

3- La Costa Azul. Cannes

Rotondas, atascos y paisaje humanizado en cada recodo es lo que nos nos vamos a encontrar en este tramo icónico de la Costa Azul. hay que decir que gusta porque lo dice todo el mundo y nosotros no queremos ser bichos raros pero lo cierto es que tanto glamour aturulla. Aquí se confunden y entremezclan las campañas publicitarias del correspondiente departamento francés con los aires de exclusividad a que nos tiene acostumbrado el cine y el famoseo de las revistas del colorín. Si hablamos única y exclusivamente de la carretera, de la ruta, esta es otra de las que muchos viajeros evitan por lo engorroso de atravesar la zona.

4- El desierto del Sáhara

Tentados de emular a Laurence de Arabia, aunque sea en otro desierto, nos adentramos en la carretera de Senegal, la que va desde Marruecos hacia el sur atravesando el Sáhara Occidental. Vamos pensando en playas enormes y carretera con encanto al lado del mar pero lo que nos encontramos es un coñazo de ruta recta en la que el mayor atractivo reside en salir pronto de allí. Kilómetros y kilómetros de aburrimiento total, rodeados de piedras y con el mar en la lejanía, sumido en un manto de bruma y polvo. Por fortuna el tráfico es escaso y las molestias que causa el olor a pescado podrido de los camiones, pasajero.

5- Ruta de Don Quijote

Me caerá la del pulpo pero, aún a riesgo de parecer antipático, me cuesta trabajo encontrarle atractivos espectaculares a esta ruta. Si restamos la belleza visual de los típicos molinos de viento nos quedamos con una carretera recta en la mayor parte del trazado que no ofrece, apenas, singularidades. Si además sumamos el nulo atractivo de una urbe anodina como Ciudad Real, completamos un cuadro que únicamente está destinado a dinamizar una zona deprimida desde el punto de vista turístico.

6- Ruta das Rías Baixas

A pesar de ser un enamorado de Galicia y de las Rías Baixas, he de reconocer que la carretera costera tiene un atractivo nulo. A un paisaje humanizado hasta el hastío hay que unir el intenso tráfico de verano y el famoso “feismo” gallego. Eucaliptos, abandono y escaso interés por la estética cuidada es lo que nos vamos a encontrar en este rincón de España que podría ser sublime. Por fortuna, aunque la carretera no ofrezca grandes incentivos, toda la comarca goza del encanto de sus gente, de ese cariño tan gallego y de esa hospitalidad que caracteriza a toda la región. Y los precios.

Ejemplos como estos los hay a patadas, no solo en rutas sino en paisajes, monumentos y cualquier otra cosa sometida al dictado de la publicidad y que tenga que ver con el turismo. Lo que recomiendo es que no hagas ni caso a este artículo y vayas a ver por ti mismo esos sitios emblemáticos para comprobar con tus ojos si responden a las expectativas que te creaste.