Hoy os propongo un viaje que ahonda en las raíces de nuestra Historia reciente. Para ello os voy a pegar el primer párrafo de esta peculiar guía de viaje:

Si sois algo jinete (condición sine qua non); si contáis además con cuatro días y treinta duros de sobra, y tenéis, por último, en Navalmoral de la Mata algún conocido que os proporcione caballo y guía, podéis hacer facilísimamente un viaje de primer orden que os ofrecerá reunidos los múltiples goces de una exploración geográfico-pintoresca , el grave interés de una excursión historial y artística , y la religiosa complacencia de aquellas romerías verdaderamente patrióticas que, como todo deber cumplido, ufanan y alegran el alma de los que todavía respetan algo sobre la tierra….

Así comienza el libro de Don Pedro Antonio de Alarcón, “Viajes por España”, en su edición de 1883 y en el que nos cuenta alguno de los viajes realizados durante las décadas anteriores.

Pedro de Alarcón fue un escritor granadino apasionado por los viajes y un ejemplo claro de la literatura decimonónica. Muchos de sus viajes están plasmados en este libro que es un retrato fiel de la España de mediados del siglo XIX como una fotografía escrita. Podéis conseguir un ejemplar, de forma gratuita, por varios medios: En la Biblioteca Virtual de Andalucía os podéis descargar, en formato pdf o imagen el original digitalizado y, además, está disponible en formato libro electrónico en un montón de sitios, siempre de forma gratuita.

La propuesta que os hago es tomar este libro como guía, bajároslo a vuestro dispositivo electrónico favorito, imprimidlo o lo que os resulte más cómodo y dejaos guiar por el, comparar lo que nos cuenta con el estado actual de los paisajes y ciudades que describe.

Por ejemplo, en el capítulo “Dos días en Salamanca“, cuando está en la calle Zamora podemos leer:

Grandes escudos heráldicos campeaban encima de varias puertas, ó en los espaciosos lienzos de fortísimos muros, ó en el herraje negro y feudal de rejas y balcones. Estos balcones tenían por dosel enormes guardapolvos; los tejados remataban en descomunales aleros, y, abajo, las amplias y voladas rejas terminaban en humildes cruces. Veíanse portadas de aquel período del Renacimiento que puede llamarse plateresco español; otras de arco romano, con grandísimas dovelas, al estilo del tiempo de los Trastamaras, y algunas de tan imponente y esquiva hechura, que, á no correr el año de 1877, hubiera yo jurado que en tales casas vivían poderosos inquisidores ó alguno de aquellos terribles mayorazgos que solían ser jefes de una docena de hermanos, todos ellos soldados, frailes y monjas.—¡Indudablemente estábamos en Castilla la Vieja, ó, mejor dicho, en el antiguo reino de León! ¡Hasta el aire era allí godo, español rancio, cristiano puro, antisarraceno, en fin—ya que es menester decir las cosas claras!

Hoy la calle Zamora sigue resultando imponente pero es una vía bulliciosa llena de terrazas y tiendas. Pasear por ella y por toda la ciudad siguiendo las indicaciones de Pedro de Alarcón puede convertirse una experiencia inolvidable, una forma de sumergirse en la historia con un guía de hace 140 años. Pedro Antonio de Alarcón era un viajero erudito y curioso por el que merece la pena dejarse llevar de la mano por pueblos y ciudades.

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En viajes por España tenéis para escoger estas rutas que describe en cada capítulo

  • VISITA AL MONASTERIO DE YUSTE.
  • DOS DÍAS EN SALAMANCA
  • LA GRANADINA. Aquí hace una descripción exhaustiva de la mujer granadina de mediados del siglo XIX y puede servirnos para comprender un poco más el cuadro que nos pinta, con palabras, en cada uno de sus viajes.
  • DE MADRID : SANTANDER.

En este capítulo Don Pedro Antonio toma la diligencia desde Madrid en dirección Norte y comienza escribiendo:

De Madrid á Valladolid hay treinta y cuatro leguas y pico, que se andan en veintitrés horas

Al llegar a la ciudad ya comienza a contarnos el panorama con que se encuentra:

(…) había espesas arboledas, hermosas Casas de Baños, y un paseo llamado las Moreras (donde he estudiado, en la tarde de un domingo, el mujerío vallisoletano), y había un Campo Grande, paseo nocturno mucho más extenso que el Prado de esa Villa y Corte.

Como veis, no solo se fija en edificios, calles y plazuelas: el mujerío y la actividad diaria tampoco escapa a su capacidad de observación.

Nada más entrar en Cantabria esto es lo que ve:

Imagínate cien casas desparramadas sin concierto á lo largo del valle; es decir, que entre: casa y casa median todo un prado y una huertecilla.—He allí la Iglesia, sola en extenso campo , como un monasterio, y rodeada de castaños, nogales é higueras.—Las Casas Consistoriales se levantan en otro paraje pintoresco, donde y a parecía que la aldea había terminado. Aquella otra casa de campo que se ve á lo lejos es la botica. Aquel cortijo, cercado de portales llenos de vacas, acaso será el estanco.—Pero no extiendas más la vista, que la casa inmediata pertenece ya á otro pueblo.—¿Qué te parecen estas poblaciones , á ti que estás acostumbrado á las apiñadas villas y aldeas andaluzas ó castellanas? ¿No te parece mucho más propio para gozar de la vida campestre este caserío diseminado, que aquel colmenar de tristes é insalubres casuchas, donde se vive en forzosa vecindad con la grosería, la estupidez y el desaseo?

Resulta especialmente estremecedora la narración de un accidente de tren que tiene lugar, precisamente, en la inauguración de la línea férrea de Los Corrales del Buelna a Torrelavega. en este accidente se murieron, abrasados por el agua hirviendo de la locomotora, los hermanos Alfred y Morland Jee, ingenieros responsables de la obra.

Pedro Antonio de Alarcón tiene más relatos de viajes, desde rutas en burro o en diligencia hasta trayectos con contrabandistas por las sierras del Sur de España. Os animo a seguir sus pasos en una de vuestras escapadas y a cambiar las modernas guías de viaje por estos relatos, quizá un poco rococós, que se estilaban en la época.

Bucear en la historia pequeña, viajar al pasado desde la moto construyendo nuestra propia aventura minimalista, dejarse llevar por quienes, antes que nosotros, gozaban del placer de los viajes, , nos hará mejores observadores y ampliará nuestros horizontes culturales.

Buen viaje.