Con esto doy por finalizadas las entradas “formato crónica” de este viaje. Tampoco es que sean crónicas muy al uso sino un párrafo escueto a modo de resumen.

Jueves, 29 de mayo de 2014. Mudar la piel.

Salgo después de comer con sopor siestil y termino durmiendo bajo un puente. Justo antes de dormirme me pregunto porqué lo hago y no obtengo respuesta. Mi digo a mi mismo que soy un tanto idiota.

Viernes, 30 de mayo de 2014. Elongarse, reblandecerse y partir.

Me levanto al amanecer para comer con amigos íntimos a los que no he visto nunca. En el fluir me reblandezco mientras la tarde se mueve perezosa. Tanto que no quiero moverme más. La luz crepuscular me lleva al barco detrás de la estela de Olga. Que también se vuelve meliflua sobre un scooter andrajoso.

Sábado, 31 de mayo de 2014.  Grumete de paso firme.

Noche de barco y mañana de resaca. Tarde de siesta y momentos para dedicar a los actos de contrición y al arrepentimiento sincero. 

De camino a Ancona, nos detenemos en el centro de Italia. Acampamos a salto de mata, sin preguntar y sin encomendarnos. Por el rabillo del ojo busco la figura del dueño del olivar pero no hay tal. Estrellas.

Domingo, 1 de junio de 2014. El tiempo se curva

Curva y contracurva para volver a empezar. Aún no ha comenzado el viaje porque siento que son muchos los hilos que todavía me unen al punto de partida. Contracurva y curva

Otro barco tan igual al primero que pienso si no hemos vuelto atrás en el tiempo. Se van rompiendo hilos en la monotonía de la singladura.

Lunes, 2 de junio de 2014. Marejada en Thesalónica.

Meteora tiene monasterios engargolados en lo alto de formaciones rocosas impresionantes. En realidad es lo único que tiene. Y el Egeo olas que me confunden, que me llaman y que intentan decirme algo que no percibo bien porque tengo una botella de whisky barato en la mano.

Martes, 3 de junio de 2014. Toros de Turquía.

Moto desde por la mañana hasta por la tarde, ¿era lo que quería, no? Si. Rotundamente si. Los últimos hilos se han roto y el vínculo ha desaparecido. Ahora viajo libre que es la mejor forma de llegar a Estambul. Una tromba de agua para limpiar la atmósfera y una noche con la música de Los Istanbulls. La risa.

Miércoles, 4 de junio de 2014. Lo que no vi, lo que no quise ver y lo que no era visible.

Demasiadas cosas para ver y poco tiempo para verlas. Descubro, con regocijo, que no me importa. Piedras erguidas por el hombre destinadas a caerse. Todo me parece tan efímero que corro el riesgo de creerme eterno. Divago en un errabundo paseo con Alex.

Jueves, 5 de junio de 2014. Gente chévere y estambulita.

Salir de la ciudad es largo. Y ancho. Y lleva tempo. Y aún es pronto para dejarla porque siento que necesito más tiempo en ella. Aquí hay algo mágico que engancha. Lo he visto nada más llegar y ahora mi alma está prendada, prisionera. “Istanbul está llena de gente chévere” dicen los de Ska Cubano.

Por la noche, sesión de fotos de larga exposición, pesca y corrupción de menores musulmanes.

Viernes, 6 de junio de 2014. Paisajes lunares.

El paisaje en Capadocia es extraño y cautivador. Todo es tan extraño y tan único que me causa un profundo estupor. Tierra de hititas, de asirios, de persas, de macedonios, de romanos… Tan vasta y compleja es la historia de esta tierra que pierdo el interés por investigarla. Las rocas, de toba calcárea, son tan blandas que resulta más fácil excavar una casa que construirla de ladrillo y adobe.

Sábado, 7 de junio de 2014. En actitud explorativa y franca bronca.

Dedicamos el día a la exploración y llegamos al éxtasis. Casi todos. La división entre dos de los viajeros termina por aflorar con toda su crudeza y José Luis emprende su regreso en solitario. Antes de eso había sido un día memorable.

Domingo, 8 de junio de 2014. Embajadores culturales que se hablan sin hablarse.

Todo el día rumbo al sur, atravesando cordilleras y planicies. Entrar en comunión con una persona creo que es motivo suficiente para justificar el viaje entero. Sólo unos instantes, un par de miradas y el género humano se dijo todo lo que se tenía que decir de forma atávica y ancestral. Círculos que se cierran y nuevas etapas que se abren ante uno. Alex viaja feliz. Y yo.

Acampamos al lado del mar.

Lunes, 9 de junio de 2014. La soportable soledad del comedor de plátanos.

Calor, calor y más calor. carreteras infernales que se agarran al acantilado para no terminar en el fondo del mar. Voy tan concentrado que existe lo más inmediato y el resto del mundo flota en una nebulosa desdibujada y templada. Podría quedarme solo en el mundo en este instante y no habría diferencia alguna. Nacemos solos y morimos solos. Y en este tránsido de la vida a la muerte estamos confortablemente solos en tantas ocasiones… Paramos a comer plátanos.

Lunes, 9 de junio de 2014. Me perdí en sus piernas largas abusando tacón alto.

Isparta, la ciudad de las rosas que tiene la elaboración del agua de éstas como industria principal. No he visto ni una sola rosaleda. Solo florecillas de minifalta y tacones vertiginosos que se mezclaban con algunos burkas, con pañuelos y vestidos largos. Recato del medievo con provocación descarada y occidental. Las chicas están celebrando las fiestas de graduación.Los chicos su pacata idiotez. Eso es igual en todos los países.

Martes, 10 de junio de 2014. Emparentar con los mejores.

No me imaginé que, después de haber visto tantos taxis amarillos iba a estar dentro de uno. Tampoco atravesar, a las tantas, los comedores cerrados del un hotel Hllton para recalar en una fiesta de acid jazz. A veces una cosa lleva a la siguiente, siempre, y se termina por hacer lo que un entorno difuso exige. Y se hace, claro.

Miércoles, 11 de junio de 2014. Adiós Turquía.

Días de mucho, vísperas de nada. O de menos que nada. Observo mi la moto en una playa volcánica y todo me resulta familiar. No debería suceder esto en medio de tanto exotismo pero los paisajes se van mezclando y las sensaciones hermosas se acumulan. Por fortuna todo se olvida pronto y hay que repetirlo para volver a sentirlo.

La policía se muestra obsesiva en la frontera con un registro tan serio como poco efectivo. Podría haber pasado tres kilos de heroína paquistaní.

Adios Turquía.

Jueves 12 de junio de 2013. Hola Atenas.

Estás sucia, decadente y apestas. El aire sabe a hartazgo y el calor resulta pegajoso. La gente ya no sonríe y no me invitan a té en las gasolineras. Bienvenido a Europa.

Viernes, 13 de junio de 2014. Tenía billetes de cien.

Bari es aún más sucio que el Pireo. Las putas se han adueñado de la carretera nacional y dominan el mundo cercano desde la exigua sombra que les ofrece una sombrilla descolorida. Ella no es de aquí, me dice. Ya lo veo, no es de ninguna parte, solo de su móvil rosa y su mundo virtual, lejos y a salvo. Pocas veces me han tratado con tanto desprecio. Tendría que haber enseñado un billete de cien.

Soy un aprendiz de delincuente y me he colado en el peaje de la autopista. De un plumazo me he ahorrado unos 500 kilómetros de impuesto revolucionario. No me asalta el remordimiento y me siento amoral e intrépido a partes iguales. Antes de Roma me salí en un desvío por el carril de socios preferentes, di la vuelta en la rotonda, a cincuenta metros y volví a entrar en el mismo peaje recogiendo otro ticket.

Sábado, 15 de junio de 2014. Me muero de aburrimiento en el barco.

Me muero de aburrimiento en el barco. En Barcelona me reciben Olga y Erik. Hablamos y hablamos. Contamos, reímos y somos testigos del vuelo de un cacahuete con capa roja. A veces los sucesos sorprendentes parten de lo irrelevante.

Domingo, 16 de junio de 2014. Vos que fuiste el amigo confidente de su amor

haz que llegue hasta su reja el eco de la queja de un triste bandoneón.