Como ya sabéis, y si no os lo digo yo, la empresa de amortiguadores Hagon, a través de su importador en España, colabora con esta página y con el podcast. Tanto es así que me han enviado, además del amortiguador para la vStrom, los muelles y el aceite para la horquilla de la Suzuki. El amortiguador lo cambié hace unas semanas y publiqué el correspondiente artículo a modo de tutorial. Este trabajo es una tarea sencilla, a poco acostumbrado que estés a aflojar y apretar tornillos. El cambio de los muelles, el aceite y los retenes ya es otra cosa.

No es que sea difícil pero resulta bastante más latoso y es una tarea un poco más delicada. Poco más. Pasaré a explicaros, paso a paso, como llevé a cabo la operación.

Después del unboxing y colocar la pegatina de Hagon en el armario me quedé mirando los muelles y la moto de forma alternativa, como quien no sabe muy bien por dónde empezar. Por fortuna me había empapado de videotutoriales sobre el trabajo a llevar a cabo así que, más o menos, conocía los pasos a seguir. La cosa es más sencilla de lo que parece pero, como se verá, hay algunas cosas que conviene no olvidar.

Vamos al lío.

Lo primero desarmar el tren delantero. Soltar pinzas de freno, quitar la rueda, el guardabarros, soltar los latiguillos, el reenvío del velocímetro… Más o menos todo lo soltable.

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Una vez que se está seguro de que las barras van a salir de su ubicación soltamos los tornillos que las unen a la tija. No creo que esto precise de mucha explicación pero, por si acaso, veamos la foto:

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Al aflojar el último tornillo hay que tener la precaución de sujetar la barra para que no se nos deslice hasta el suelo mientras cerramos los ojos al oír el sonido del impacto.

Una vez que tenemos las barras fuera nos damos cuenta de que el tornillo superior no se afloja tan fácil así que, con paciencia, volvemos a colocarlas en su sitio bien seguras y aflojamos un poco los tapones de las barras. Ya de paso, aprovechamos para aflojar el tornillo que le da precarga al muelle, así éste no saltará por los aires cuando saquemos el tapón.

La moto, sin el tren delantero, ofrece un lamentable aspecto de desamparo, como de desnudez extrema. Hay que procurar no recrearse en esta imagen y centrarse en el trabajo.

cambio muelles horquilla

Una vez que hemos sacado las barras, las hemos vuelto a meter, hemos aflojado los tapones y el tornillo de la precarga estamos listos para vaciar el aceite. Esto es una operación que pringa bastante el espacio de trabajo así que procurad ser cuidadosos o tener a mano una bolsa de serrín.

barra horquilla

horquillas

tapón horquilla

Obsérvese que la herramienta usada para tal menester es la que Suzuki (a quien Dios guarde muchos años) provee con sus motos. No es, ni de lejos, lo más adecuado para trabajar en la moto pero peor sería tener que usar herramientas de los chinos.

Sin más dilación ya, sacamos el tapón, el casquillo espaciador, la arandela si la hubiere, el muelle y procedemos al vaciado del aceite. Observaremos, espantados, que sale de un color oscuro y desagradable que nos hace pensar si no somos un tanto descuidados con el mantenimiento de la moto. Salpicamos un poco el suelo.

horquilla

cambio muelles horquilla

Ahora que tenemos las manos pringadas de aceite y nuestro taller ha perdido la pátina de impolutez que nos tenía tan orgullosos, tenemos que sacar el tubo del interior de la botella. Para eso, en la parte inferior de esta última, hay un tornillo allen que aflojaremos. Ahora seguro que no “rueda” pero cuando haya que volver a montarlo, como no tenemos herramienta especializada para sujetarlo por el interior de la botella, ya veremos cómo nos arreglamos. Dios proveerá.

horquilla

Como se ve, las barras llevan por dentro un montón de chismes y tendremos que fijarnos bien en la posición en la que están para procurar volver a poner todo en su sitio. Especialmente un separador de aluminio de unos cuatro o cinco centímetros que no sale en la foto porque estaba encima del banco de trabajo.

Luego hay que quitar el guardapolvos de goma y el retenedor de clip que sujeta el retén. Esto suena así un poco raro, pero se quita haciendo palanca con un destornillador y un poco de maña.
horquilla

Ya casi está. Para sacar la barra que, recordemos, ya no está unida a la botella, metemos el eje por el agujero de la segunda y lo sujetamos con ambos pies. Luego tiramos hacia arriba con fuerza y saldrá el retén con la barra. Notaremos que unas gotas de aceite nos han vuelto a manchar el pantalón y los zapatos.

cambio muelles horquilla

Para el observador avezado no habrán pasado inadvertidas las manchas de aceite que jalonan el suelo: no hay que preocuparse, es normal.

Ahora hay que poner un retén nuevo. Lo míos han venido de alguna tienda de Internet así que desempaqueto todo comprobando, con cierto regocijo, que la medida es la correcta. Como se dice ahora, “soy un crack”. Volvemos a montar todo en orden inverso y, una vez que la barra está atornillada a la botella con su correspondiente tornillo allen, introducimos el anillo redondo que llamamos retén por la parte superior. Hay que procurar que no se atraviese y que entre en su sitio de forma correcta. Como, de nuevo, no tenemos herramienta especializada, nos fabricamos una con un tubo de PVC que habrá sobrado de alguna obra de fontanería casera.

horquilla

Una vez que hemos construido el útil, lo introducimos por la parte superior y golpeamos con suave contundencia hasta que el retén se acomoda perfectamente en el espacio destinado para tal fin en la botella de la horquilla. Quizá con una foto se entienda mejor:

horquilla

El retén estará, presumiblemente, en su sitio así que solo nos resta volver a poner el clip y el guardapolvos, que luego se nos olvida.

La cosa está cerca.

Medimos la cantidad de aceite que nos indica el libro de taller, 0,514 litros en el caso de la vStrom y, si disponemos de embudo, rellenamos la barra. Ahora, con un movimiento que denominaremos de forma técnica como “arriba y abajo”, sacamos todo el aire que se haya quedado en el fondo del conjunto. Esta operación de meter y sacar evoca, de forma subrepticia, actividades que hoy no toca comentar pero que nunca está de más recordar.

Cuando nuestro instinto mecánico nos dice que ya no queda más aire, medimos la distancia que hay desde el borde de la barra hasta la superficie de aceite contenida en su interior: 143 mm., creo recordar. Rellenamos o vaciamos, según convenga, hasta que la medida se ajuste a lo especificado por los sacrosantos ingenieros de Hamamatsu y metemos el muelle en su sitio. Es importante usar el muelle nuevo para esta operación. El muelle de Hagon ha sido escogido teniendo en cuenta mi peso, el tipo de conducción y el hecho de viajar bastante cargado habitualmente. De todo eso se han encargado los de Hagon.

Cerramos en conjunto con el tapón y colocamos la barra en la moto.

Finalizada la primera parte repetiremos todos los pasos con la barra y la botella que hemos dejado tirada en el suelo y con la que hemos tropezado varias veces.

Bien, ya tenemos las dos barras colocadas, solo queda terminar de montar todo y poner la rueda. Esto es, como se puede ver, pan comido. Aún son las doce de la noche y ya está casi todo listo. Dirigimos nuestra mirada felina hacia el banco de trabajo y vemos que reposa, con una languidez tangible, el separador de aluminio de cuatro o cinco centímetros que ya mencionamos con anterioridad y calificamos como pieza importante. Nos rascamos la cabeza mientras pensamos “no me lo puedo creer”. Tomamos la pieza entre los dedos y la miramos durante unos instantes con ojos incrédulos.

Tomamos aire.

Retiramos la primera barra que ya estaba colocada en las tijas, quitamos el tapón, sacamos el separador, la arandela y el muelle. Vaciamos el aceite en un recipiente limpio y un chorro sale disparado como por ensalmo. Apretamos los dientes mientras repetimos entre dientes, “no me lo puedo creer”. Sacamos el guardapolvos, el clip, el retén, soltamos la barra, juramos en arameo y separamos el conjunto.

Colocamos en su sitio la pieza que se nos había olvidado sobre el banco de trabajo. El resto de operaciones colegirá el avispado lector que vienen siendo, más o menos, como la primera vez.

De nuevo, tomamos aire con la mirada entornada preguntándonos qué hados cachondos guían nuestras acciones.

Ahora que no sobra ninguna pieza ponemos la barra en su sitio y volvemos a colocar las pinzas de freno, fijamos los latiguillos y nos disponemos a ubicar el guardabarros en el lugar que le corresponde. Con gran sorpresa por nuestra parte vemos que la barra derecha está a la izquierda y por fuerza, viceversa, la de la izquierda a la derecha. Procedemos a quitar las pinzas de freno, a soltar los latiguillos y a extraer todo el conjunto de amortiguación mientras recitamos el manido y resignado “no me lo puedo creer” una vez más. Colocamos todo correctamente y nos hacemos conscientes de nuestro sino.

Aún es la una y media de la mañana así que tenemos tiempo de espolvorear serrín por la zona de trabajo y confiar en que, por un principio simple de capilaridad, mañana esté todo de nuevo, impoluto.

La tarea se da por terminada a la 1:45h.