Las motos y el cómic son dos conceptos que casan muy bien. La imagen de libertad, de contracultura, de indómito que tiene un motociclista es. a priori, el ingrediente ideal para un maridaje perfecto entre el héroe mundano y el arte del cómic. No faltan ejemplos desde el mismo inicio de cómic. Desde la  Harley del Capitán América hasta la flamígera máquina del Motorista Fantasma, pasando por la impactante estampa de Wolverine (Lobezno) quemando rueda, todo lo que rodea a la moto el el cómic -casi como en el cine- tiene una imagen impactante y atrayente. Y como tal, son muchos los dibujantes que se han acercado, de una u otra forma, al mundo de las motos en su obra.

Robert Crumb es uno de los dibujantes de cómics más underground de la historia y quizá el menos indicado para comenzar una serie de artículos de cómic y motos. ¿A qué viene, entonces, comenzar hablando de Crumb y obviar a la Marvel, Vértigo o DC Cómic, por ejemplo? Pues porque Robert Crumb es un tipo que se apartó, de forma voluntaria, de las corrientes culturales de su época, dejó de lado lo “mainstream” y se dedicó a dibujar y tocar en banjo en su apartada granja. Y eso, querido lector, es muy del agrado de quien esto escribe. Además, al margen de las motos, su obra es un reflejo de lo más brutalmente psicodélico que te puedas echar a los ojos.

El paso de Crumb por las motos es tan fugaz que apenas si supone un dibujo. Se tata de un cartel publicitario para Panther Motorcycles, uno de los modelos que Phelon and Moore llevaban fabricando desde 1924.

Panther Motorcycles

Panther Motorcycles

El artista de lo masivo escogió una amazona casi tan voluptuosa como todas las mujeres que dibuja: caderas generosas, glúteos prominentes y unos muslos exagerados. Desde posturas feministas se ha tachado a Crumb de machista y misógino y, ciertamente, nunca se ha preocupado por esconder sus obsesiones sexuales dibujando su obra totalmente ajeno a lo políticamente correcto. Encuentro que la chica que ha escogido para ilustrar el anuncio de las Panther es bastante discreta y mucho menos rotunda de lo que nos tiene acostumbrados: una mujer casi estilizada vestida con un sugerente traje de pantera.

En cuanto a las Panther, como he dicho, se comenzaron a fabricar en los años 20 por Joa (“John”) Carver Phelon y su sobrino Harry Rayne. Su historia es común a muchas otras empresas en los albores del mundo de la moto: comenzaron diseñando una moto y poco a poco, con mucho esfuerzo, fueron abriéndose paso hasta el éxito. La Panther resultó ser una moto robusta y económica que no dejó de fabricarse hasta el año 1967 con el abandono de la producción de la Panther 120, un modelo de 645 cc. que aún puede encontrarse fácilmente en la actualidad. Lo que más nos llama la atención es su motor monocilíndrico a 40 grados que le da una apariencia muy particular. Se mantuvo con escasos cambios durante 25 años y fue montado en más de quince modelos que iban evolucionando de año en año.  Se decía que sus pistonadas coincidían con cada poste telefónico, haciendo referencia, en tono de humor, a sus bajas revoluciones. La Panther se hizo muy popular para instalarle un sidecar pero cuando estos artilugios pasaron de moda, superados por los coches baratos, se acentuó el declive de la marca que, al igual que toda la industria de la moto en el mundo, venía renqueando desde la Segunda Guerra Mundial.

A mediados de los sesenta se subió la cilindrada del Modelo 100 a 645 cc. El nuevo motor consumía bastante aceite y la lubricación  era un tanto desigual además de estar sometido a mayores presiones. Se fabricó durante tres años hasta que cesó la producción. El 1967, con la fabricación de motores finalizada, se vendieron las últimas piezas de la Panther y finalizó un capítulo de la historia de la motocicleta inglesa.