Viajar en moto es para mí algo muy especial. Supongo que como para cualquier persona a la que le apasionen los viajes y las motos. Cada uno lo vive a su manera pero casi todos con un halo de especial reverencia, con la fiel certeza de que es algo imprescindible. Desde esta óptica, desde la pasión exacerbada y desde el amor incondicional por estas actividades, es como se analizan en Viajo en Moto libros, películas, bitácoras y en general, todo lo que tiene que ver con esta visión parcial del mundo de las motos.

Cuando escribo sobre un libro, lo hago, no tanto desde el punto de vista literario, como desde esa pasión a la que hacía referencia; la obra en cuestión tiene que transmitir, de forma fehaciente, esa pasión que se espera de alguien que nos habla de lo que tan bien conocemos. Puede que la calidad literaria quede arrinconada en un segundo plano, puede que los errores gramaticales se desdibujen y puede que perdone inexperiencias de aficionados. Porque lo que busco es entrega. Lo que estoy persiguiendo es el hecho de viajar a través de los ojos de otra persona, es que me transporten a lugares ignotos y al pasar la página, poder cerrar los ojos y sentir que he estado allí.

No necesito las indicaciones precisas para llegar del punto A al punto B (a menos que esté leyendo un manual). No quiero la objetividad textual en la descripción de un paisaje, para eso ya tenemos buscadores de fotos en la Red. Busco la mente del viajero, el detalle subjetivo, las vivencias personales de quien escribe… el aporte íntimo y único del autor. Y para eso hay que abrirse a los demás. Hay que dejarse la piel en los folios y escribir con las vísceras. Hay que transmitir todos esos sentimientos y llegar a una comunión total con el lector.

Sólo así, usando al público como confesor, logrará encandilarme un libro de viajes. Sólo contándome cuentos que me dejen el regusto de lo exquisito haré una buena crítica. La humanidad cuenta historias desde el albor de los tiempos pero hay quien sabe regalar historias y hay quien sólo es capaz de describir lo que ve envuelto en una pátina de literalidad y asepsia que difícilmente podrá atraparnos.

Porque, amigos, es necesario que la realidad supere a la ficción. Faltad a la verdad, fabulad hasta la extenuación, mentid hasta el hastío… pero hacedlo de forma magistral.