Ya tenemos fechas para la invernal portuguesa por excelencia: Eskimós. La cita es el primer fin de semana de febrero, como siempre en Serra da Estrela donde el frío, las heladas y, en los últimos años, la nieve, es compañera habitual. El éxito que cosecha este evento es mayor cada año, no tanto en número de asistentes (suele rondar los 250), como en el interés que despierta tanto dentro como fuera de Portugal.

No esperes encontrar aquí sesiones de strip-tease (a catorce bajo cero igual no es recomendable), ni quemadas de rueda, ni estripadas de motor; esto es una concentración como las de antes, de tienda de campaña, hoguera y charla hasta bien entrada la madrugada. Una reunión sencilla, lejos de pueblos y ciudades y con la autenticidad que tienen las concentraciones portuguesas.

La única opción de alojamiento en el lugar de la concentración, en Vale do Rossim, son una docena de “yurtas” propiedad del eco-resort Vale do Rossim que hay que reservar con cierta antelación. Además hay hoteles en los alrededores, a unos 5-7 km. cuyos precios comienzan a partir de los 50€ por noche. El problema de quedarse en un hotel reside en que las carreteras pueden estar peligrosas a causa del hielo o la nieve y no es conveniente aventurarse por ellas durante la noche. No son malas carreteras pero no son rutas de mucho tráfico y por ello no están sembradas de sal como en España.

Lo más recomendable es la acampada alrededor de las hogueras, si bien hay que disponer de material adecuado para no sufrir con las bajas temperaturas. Los sitios para poner la tienda son abundantes. No hay que andar buscando hueco y las piquetas clavan fácil en la hierba mullida, siempre y cuando no haya que retirar la nieve para plantar el campamento, que siempre resulta más engorroso.

¿Qué se puede hacer en la zona durante el día? Además de disfrutar de la carretera de Manteigas, que es el Stelvio portugués, podemos visitar el Pico da Torre y su estación de esquí, el punto más alto de Portugal a casi 2000 m. En zonas menos inhóspitas, a media ladera, el Museo de Pão de Seia, uno de los mayores museos del pan de todo el mundo. Allí, en un montón de salas expositivas, podrás conocer los diferentes modos de elaboración y la ingente variedad de panes que se pueden engullir.
Los paseos alrededor del lago, entre bloques graníticos y pinos también son una buena opción para despejar la cabeza después de las Super Bock y la Sagres, las dos cervezas portuguesas más vendidas. También hay lagunas de origen glaciar y varios riachuelos. Cabe destacar la cascada del Poço do Inferno y sus aguas heladas.

No puede irse uno de la zona sin comprar un queijo sa serra, un queso mantecoso elaborado con queso de oveja y que es uno de los más famosos de Portugal. Y si te gustan los animales aprovecha la oportunidad de acariciar a un cão da serra, el perro pastor de ovejas autóctono. Es un perrazo noble, enorme, parecido al mastín español pero con más pelo y el morro más alargado.

Eskimós es una excelente oportunidad para conocer de cerca la idiosincrasia de los motoristas portugueses, su hospitalidad y su forma de vivir la moto. Además descubrir el interior del país vecino, la saudade y el discreto encanto de todo lo luso.

 eskimos