Hace unos días que llegó a mis manos el libro de Miquel Silvestre Europa Low Cost..

Solo he llegado hasta la mitad, lo voy leyendo a ratos. Un par de capítulos ahora, otro suelto después… regalándome aquí y allá un rato de lectura.

Lo primero que he de decir es que quien se acerque a este libro pensando en que encontrará una guía de viajes va errado. Lo mismo le ocurrirá al que pretenda obtener un manual para viajar por toda Europa a precio de saldo. Error. El libro relata la experiencia del autor en su viaje low cost por Europa pero, en modo alguno se trata de un compendio de instrucciones para recorrer el Viejo Continente en plan barato. Más bien al contrario, Miquel nos habla de hoteles de doscientos euros la noche en el centro de París en algunas ocasiones.

Sin embargo la originalidad del planteamiento sirve como hilo conductor para relatar, de forma magistral, una serie de viajes por varios países europeos. Llegada a destino en avión, recogida de la moto y vuelta a la carretera un fin de semana más, antes de volver al trabajo el próximo lunes. Sencillo, original y efectivo.

La lectura de cada uno de los relatos de viaje se hace amena y divertida, perlada de referencias que denotan lo vasto de la cultura del autor. Cine, teatro, música, literatura… cualquier cita es buena para ilustrar el viaje sin que por ello resulte pedante.

En este estilo peculiar, que cualquier lector de “Un Millón de Piedras” reconocerá enseguida, destacan, de forma brillante en algunos casos, sus críticas mordaces. Big Monkey, como es conocido en algunos ámbitos de la red, destapa su lado más bestia sin tapujos y nos hace un retrato, a veces injusto, todo hay que decirlo, de la variopinta humanidad con que se topa en su periplo. Hay pasajes que tiene, usando palabras del propio autor, “el humor brutal de la sonrisa de un canibal” Tanto que a veces da la impresión de que bajo esa capa de humor corrosivo y pillo se esconde una tristeza descarnada y una desesperación resignada. Solo a veces.

Y también, solo a veces, resulta un tanto bruto. Llamar rebaño adocenado a los cliente de una línea low cost quizá no sea, ni justo ni políticamente correcto, aunque el autor poco sabe de esto último.

Ayer, leyendo uno de sus viajes por el norte de Francia me reí. Y no soy de esos que se ríen cuando leen, me río con la mesura de quien se sabe solo frente a un libro. Y me reí imaginándome a Miquel comiendo pura bazofia en un hotel del norte del país galo. Me reí de la hiperbólica situación que me describía, analizando todo lo que acontecía en el comedor del hotel con la precisión de un notario y la comicidad de un clown operando a corazón abierto. Una delicia.

Y son, en fin, estas joyas, estos relatos perlados de situaciones mágicas por lo grotesco, lo que más me atrae del libro. Porque Miquel no se prodiga mucho en resaltar los instante mágicos. Pasa de puntillas por encima de lo más bello y de las ocasiones en que se siente felíz. Quizá sea por eso que, cuando por fin nos revela alguna de esas intimidades desprovistas de humor cáustico nos reconforta y nos deja buen sabor de boca.

Como digo, sólo he leído la mitad pero no me puedo sustraer a la necesidad de recomendarlo. Leerlo te reconcilará con la literatura de viajes en moto y verás que destaca, por mérito propio, entre la mediocridad general del sector.