cultura-customTodas estas cosas de organizarse alrededor de una afición pero con unas normas estrictas me dan mucha risa. Me recuerdan a los juegos de niños donde los roles son llevados con una seriedad digna de un consejo de ministros. Al fin y al cabo no hay nada más serio que los juegos de los niños.

En torno al mundo de la moto nos encontramos, casi siempre en el mundillo ligado a lo custom, con clubs con una organización rayana a lo militar. No deja de ser un contrasentido que, enarbolando la bandera de la libertad y el desprecio por las normas de la sociedad, se afanen en dotarse de unas normas tanto o más estrictas que las mismas que dicen despreciar.

Partiendo de la base de que cada uno organiza su vida y su ocio como quiere o puede, he de decir que, si bien todo este sistema de clanes y castas me parece bastante absurdo, soy bastante mitómano y siento una gran atracción por la imagen icónica del mundo custom en general. Eso me llevó a comprar varios libros sobre la historia de los Hell´s Angels, por ejemplo, o a leerme la vida del propio Sonny Barger, además de empaparme de la cultura motorista de los “forajidos” de finales de los sesenta en los EE.UU.

Y como no dejo pasar una oportunidad de bucear en este mundillo tan peculiar me compré el libro “Cultura Custom” de Lauren Jordán, publicado en el año 2010 por Quarentena. El prólogo es de Loquillo así que no empecé con muy buen pie, supongo.

Jordán hace un repaso por los orígenes del custom, repasando los tópicos que más se manejan cuando se intenta ilustrar la génesis de este tinglado. En general está bien explicado para que un neófito en estas lides se entere de dónde salió toda esta moda de las motos custom, de las poses de malo malote e incluso, para comprender de dónde surgieron cuadrillas de presuntos forajidos y aspirantes a serlo. Le da, sin embargo, a algunos pasajes, una pátina de epiquismo y “autenticidad” que, por exagerada roza lo ridículo. Da la impresión de querer capitalizar todo el “motorismo auténtico” en la acepción más peyorativa de la palabra.

Para mí el interés recae de forma notable cuando el autor empieza con el repaso a la historia de los diferentes MC en España, hablando de sus presidentes, secretarios, sargentos de ruta y toda la mandanga. No tengo tanta curiosidad como para bucear en la vida y obra de los “históricos” fundadores de las correspondientes cuadrillas de motoristas custom. A partir de este punto y en honor a la verdad he de decir que no seguí leyendo.