Mi equipación de invierno para la moto… es igual que la de verano. Bueno, con algunos matices.

A mi me pasa lo que a muchos motoristas a lo largo y ancho del mundo, que no tenemos dinero para invertir en equipo y que, cuando ahorramos lo suficiente para comprarnos una buena chaqueta o un pantalón de medio pelo, lo conservamos hasta que se cae a pedazos. Leemos artículos sobre ropita muy maja y nos imaginamos a nosotros mismos vestidos a la última, con protecciones de tecnología puntera y más pintureros que el mejor de los overlanders pero la realidad nos abofetea y volvemos a enfundarnos en la ropa de siempre.

En mi caso la ropa que uso para montar en moto seguro que no es la más adecuada y, estoy seguro también, que más de un purista, de esos de salón, pondrá el grito en el cielo porque no uso esto o lo otro. Give me the money, dame la pasta y verás como aparezco hecho un pincel en el próximo artículo. Mientras tanto, a tirar de lo que hay.

No uso botas de moto a pesar de tener unas que me regalaron. Después de los años estoy acostumbrado a las botas de monte y con ellas hago kilómetros en invierno y verano. ¿Son menos seguras en caso de accidente? Quizá, pero tienen GoreTex y caña alta. Ahora ya pasan el agua porque están viejas pero volvemos al inicio: es lo que hay. Como decía un vecino “no se puede ser pobre por ningún dinero del mundo”.
Los cubrebotas me los regalaron hace ocho años y ya no sirven más que para almacenar medio litro de agua cada uno alrededor de su correspondiente bota.

El pantalón es un Alpeniestars de media gala con su forro para el invierno que le quito el mes de verano. Si, en el Norte el verano dura un mes, el resto del tiempo es invierno en mayor o menor grado. No tengo ni idea del modelo y el color… antes era negro, ahora vira a un tono grisáceo desvaído. La membrana waterproof ya no funciona y tiene varios agujeros repartidos por las perneras. Tenía dos bolsos laterales pero uno de ellos quedó en algún lugar de Noruega, desmembrado en una carretera infecta después de un arrastrón.

La chaqueta es Hebo y tampoco conozco el modelo pero costaba una pasta hace seis años, alrededor de 400€. Resultó ser bastante más cutre de lo que parecía, a pesar de su precio. Se deshilachó en algunos puntos y los velcros de los puños son un invento fallido porque se sueltan constantemente.
Tiene forro interior que desmonto para convertirla en chaqueta de verano. También tuve una Dainese amarilla y negra que me regaló mi amigo Gelucho y con la que hice muchos kilómetros. Me quedaba algo grande pero servía. La cagó un gato y acabé de rematarla con la limpieza a base de hidrolavadora.

Los guantes de invierno también son de GoreTex. Me los compré en Ljubljana después de que me robasen los míos en la ciudad en la que nunca nadie roba nada. Me costaron 80 eurazos hace seis o siete años y el goretex ha dejado de funcionar: el agua entra como Pedro por su casa. Nada es eterno, ni lo bueno. Los de verano son muy fresquitos y me sientan… como un guante. Son Rev-It. El acolchado exterior ya está desintegrado en casi toda su extensión pero aún mantienen cierta presencia.

Con el casco sí gasté capricho. Me pillé de oferta un Schuberth C3 que es una maravilla. Al principio me hacía daño en la parte superior de cráneo pero una vez adaptado es una maravilla. El Pinlock ya no funciona y se empaña la pantalla, una lástima.

Además de esto, durante los meses más pejigueros de frío, uso un windstopper y camiseta térmica. Intercalado entre las dos prendas, un jersey de polartec o similar.

Y cuando llueve, un traje de aguas amarillo de marca Spidi que tiene dos años y cala el agua. Aún no se por donde pero entra hasta la zona genital, quizá para que pueda afirmar que estoy de agua hasta los cojones.