250px-Moto_Gp_logo_svgNo suelo hablar de carreras de moto en mi página porque, a pesar de que me gusta verlas de vez en cuando, ni soy un entendido, ni me parece que vaya a aportar nada con mis comentarios. Aún así, siguiendo la corriente imperante en que todos podemos opinar de cualquier cosa aunque no tengamos ni idea, hoy voy a tocar tangencialmente el mundo de la competición.

Por primera vez en la historia no podrá seguirse todo el campeonato de motogp en directo: el motivo es que a la empresa Mediaset, que lo venía emitiendo en abierto desde que TVE lo dejó por motivos económicos, tampoco le resulta muy rentable y ha decidido compartir gastos. Para ahorrarse parte de los 20 millones de euros que cuestan los derechos, firmó un acuerdo con Telefónica y se repartieron la retransmisión de los grandes premios: Movistar TV emitirá 10 de ellos en su plataforma de pago y Telecinco los 9 restantes. Los nueve que no emitirá en directo lo hará en diferido.

Estos acuerdos soliviantaron sobremanera a un sector de los aficionados al motociclismo de alta competición y las redes sociales y páginas especializadas comenzaron a echar humo. Se repetían consignas, se marcaban hashtags y se encendían los ánimos de una afición colérica que, estimaba, esto era una injusticia.

Dorna Sports S.L., que es la compañia privada propietaria de los derechos de emisión del Mundial de MotoGP™ hizo oídos sordos a las proclamas de la afición y no dio marcha atrás en la cesión de derechos a tándem Telefónica-Mediaset. Supongo que pensarían que 20 millones de euros es mucha pasta como para andarse con sentimentalismos.

La entidad que organiza todo este tinglado de correr en moto, la Federación Internacional de Motociclismo, tampoco parecía dirigir la vista hacia los que clamaban por una emisión de “las motos” en abierto. Una hecatombe en toda regla, oiga.

Esto desembocó en que, hartos de injusticias y de verse condenados al ostracismo y la nadería, un grupo de ellos decidiera que había que manifestarse.

“es inmoral salir a protestar por motivos tan frívolos
mientras más de un tercio de la población lucha por malvivir”

Y lo hicieron. No les importó que sus concentraciones de protesta coincidiesen con las de Afectados por la Hipoteca, en defensa de la educación pública, u otras que clamaban contra la pérdida de centenares de puestos de trabajo. Al fin y al cabo la suya también era una reivindicación justa.

Todo esto me recordó un poco lo acontecido en Sevilla en 2009, cuando los aficionados del fútbol salieron a la calle a manifestarse contra Lopera mientras otros, en el palacio de San Telmo, se descojonaban de risa a la par que afanaban a manos llenas.

Estas muestras de desacuerdo en forma de manifestaciones y/o concentraciones están amparadas por la legalidad, faltaría más, pero adolecen de la mínima justificación moral. Que mientras el país se está yendo a la mierda a causa de la crisis, donde la pobreza escala posiciones cada día, donde los derechos civiles son recortados, no por el gobierno si no por quien manda realmente: el 8% de los millonarios del mundo. Que mientras está ocurriendo todo esto y más, digo, haya quien salga a la calle porque no puede ver en la tele la mitad de las carreras de motos en directo, resulta sorprendente.

No sólo es inmoral salir a protestar por motivos tan frívolos mientras más de un tercio de la población lucha por malvivir; además es pueril creer que corporaciones multinacionales van a renunciar a millones de euros de beneficios porque 300 personas se concentren delante de un estadio de fútbol o a las mismísimas puertas de Tannhäuser. ¿Queréis que os tomen en serio? Apagad la tele toda la temporada.

Ahora me lloverán críticas por decir lo que digo. Me justificarán que una cosa no tiene que ver con la otra, que no va a aumentar el paro porque ellos se concentren o que cada uno sale a la calle por el motivo que le de la gana. Y lo admito. Encajo todas las críticas y desde este mismo instante les doy la razón: yo tampoco hago nada por mi país.