Ayer, por un capricho de los míos, me fui a ver la presentación del último libro de Fabián Barrio en Santiago de Compostela. Fabián nunca defrauda cuando habla en público y en esta ocasión, tampoco. Su exposición clara, amena y divertida hizo que la hora escasa que pasamos en la Librería Cronopios nos supiera a poco. Demostró tener una sesibilidad especial y una predisposición única para entretener al personal. Anécdotas, aventuras, soledad… todo lo que acontece en un viaje nos lo fue desgranando con donaire y frescura, como un profesional.

Nada más comenzar la charla tuvo una puya muy de risa que para algunos, quizá haya pasado desapercibida: se definió como “el aventurero más feo después de Miquel Silvestre”. La cosa prometía. Luego, después de hablar de su presupuesto diario (80 USD), hizo un repaso por sus viajes alrededor del mundo, con notables momentos hilarantes (la higiene, la comida, los váteres, las fronteras…) y se esforzó en desmitificar los viajes “de aventura”. Fabián no se exhibe como un aventurero, ni pretende mostrar lo que hace como una hazaña imposible. A estas alturas ya casi todos sabemos que la “aventura” como tal no existe mientras tengas una tarjeta de crédito con la que solventar cualquier eventualidad, por eso es muy de agradecer que alguien que ha dado la vuelta al mundo, que ha viajado por decenas de países, nos diga que eso, con dinero, lo puede hacer cualquiera. Lo que no puede hacer cualquiera es contarlo ante un auditorio con la maestría con la que lo hace Fabián.
Nos habló de la Ruta Mainumbí, del Proyecto Suraj y del por qué de la vertiente solidario de sus últimos proyectos. A mi no me atraen es especial este tipo de viajes “solidarios” porque considero que la “caridad” no sirve de gran cosa pero es una visión muy particular sobre la que se podría discutir largo y tendido.

Le pregunté por un montón de cosas (hicimos una entrevista en la puerta de la librería) y de ellas destacaré dos. La primera fue como consigue que una empresa le brinde su apoyo económico al nivel que lo ha hecho Mutua Madrileña. Fabián respondió que detrás del patrocinio hay una labor de investigación enorme, estudiar al posible espónsor a conciencia y ofrecerle justo lo que quieren escuchar. Y todo ello resumido en CUATRO folios llenos de texto y otros cuatro con fotos que se complementan con un vídeo.
La segunda pregunta, en petit comité, tenía más enjundia “¿Por qué crees que tus proyectos, comparados con otros de menos empaque, no tienen la repercusión que se merecen en las redes sociales?”. No caigo bien– fue la respuesta. Ambas, pregunta y respuesta, son muy subjetivas. Puede que tenga más éxito del que yo le presupongo y puede que caiga mejor de lo que él cree. Cierto es que Fabián, en una reunión, no es el alma de la fiesta, no es el que cuenta chistes y sinceramente, no lo veo haciendo el mono en medio de la pista de baile. Pero a cambio tiene una sensibilidad especial para quedarse con detalles que a otros nos pasan desapercibidos. Quizá aún conserve la imagen de “pijo” que tanto cultivó en su anterior vida o quizá muchos lo vean como un tipo forrado de pasta que viaja porque se lo puede permitir. Eso no ayuda a que los demás puedan sentirse identificados con él, además de despertar envidias malsanas. Sea como fuere Fabián es un tipo honesto y sincero que sabe lo que hace y al que siempre le va a ir bien. Un “self-made” en toda regla.

Si queréis comprar el libro podéis hacerlo a través de la página web de 2Tmoto. Aún no lo he leído así que no puedo decir nada sobre él. Todo se andará.

Fabián barrio

Después la charla, me quedé en Santiago un rato, desvirtualizando a amigos de Facebook y charlando sobre motos, viajes y personajes. Hasta que empezó a llover porque, ya sabéis, en Santiago SIEMPRE llueve. Menos cuando para. Cerca de las once de la noche volví a subirme a la moto para regresar a casa y tuve casi tres horas para maldecir a todos y cada uno de los que usan los faros antiniebla de forma indiscriminada, haya niebla o no, a los que se olvidan que quitar las luces largas y, por encima de todo, al organismo encargado de pintar la señalización horizontal de las carreteras. Hacía mucho tiempo que no sufría tanto encima de la moto.