Fernando, El Búfalo, da la impresión, a veces, de ser un personaje medio loco e irreverente. Es capaz de sacarse los mocos en una historia de Instagram o de recaudar unos miles de euros para ayudar a una niña enferma. Tiene los dos extremos. Y pasa de un estado a otro con una facilidad asombrosa.

A veces está lleno de energía, como si se fuera a comer el mundo. Es en esas ocasiones cuando planifica sus aventuras más disparatadas. ¿He dicho planifica? Bueno, era una concesión literaria, en realidad no planifica gran cosa.

La cuestión es que se lanza, como un búfalo, a la consecución de sus objetivos más delirantes. Puede ser atravesar los EE.UU. y Canadá en el invierno más frío del siglo o conquistar unos ojos verdes. A veces las cosas salen bien y otras… pues no, depende de los ojos.

Por fin ha publicado el libro sobre su viaje por África. Una historia que llega a ser bastante rocambolesca por momentos y que lo llevó a estar detenido por la policía, entre otras emociones extremas.

Es que África es así, es la visión de Fernando sobre un continente, su propia visión con las peculiaridades que eso conlleva. Sobre todo conociendo lo peculiar del personaje.

El Búfalo reflexiona sobre la realidad africana, sobre la vida, sobre la existencia y, en ocasiones, se torna temerario. Pero… eso ya lo sabíamos los que lo conocemos desde hace años.