A las puertas del otoño y después de un verano prolífico en viajes y escapadas, llega la vuelta al trabajo, a la rutina y, en muchos casos, al estrés y la depresión post-vacacional. Hay quien sostiene que ésta no existe, que es un estado de ánimo ficticio, una ilusión… Sea como fuere, el que más y el que menos se queda añorando carreteras y paisajes, fiestas veraniegas y un turismo de moto que parecía que no terminaría nunca.

Pero todo llega a su fin para volver a empezar porque todo es cíclico. La vida gira y con cada vuelta que damos llega la renovación que, dicen, no es más que un paso más hacia el centro de uno mismo y hacia la quietud de la fuente.

Dicen.

Claro que si tú eres de los que opina que toda esa filosofía de giros y vueltas es un mareo y lo único que esperas es poder subirte de nuevo a la moto para la siguiente escapada, todo esto te resultará de una vacuidad enorme. Pero no desesperes. Para curar cuerpo y alma haciéndote la espera mucho más llevadera, te propongo una escapada clásica, pero recubierta de modernidad: un tratamiento de spa.

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El término “spa”, que parece que suena muy moderno es algo que ya los romanos tenían en alta estima y que en nuestros días resurge con fuerza. Tratamientos relajantes, exfoliación, hidroterapia… es lo que se necesita después de una buena ruta en moto y hará que el tránsito hacia una nueva primavera llena de kilómetros se nos haga más llevadera.

La ruta recomendada para el otoño que se avecina va desde el Embalse de Arcos de la Frontera, en Cádiz, hasta Benalmádena, en Málaga. Son casi 200 kilómetros de curvas y paisajes de ensueño.

Tomaremos la A-372 en dirección a El Bosque y Grazalema, en pleno corazón del Parque Natural de la Sierra de Grazalema. Este es el hogar del pinsapo, una árbol descendiente de los abetos centroeuropeos y que aquí formaban grandes bosques en época glacial. El pinsapar es una población relicta con gran interés botánico y que, aunque no tengas ni idea de árboles, subyuga por su belleza.

Desde la población de El Bosque subimos a Grazalema, considerado el lugar más húmedo de España a causa de la concensación de la humedad que proviene del mar. Aquí, custodiado por el Peñon Grande, nace el río Guadalete que discurre, en dirección Oeste, hacia El Puerto de Santa María.

Nosotros seguiremos en dirección contraria, hacia el Este, para encontrarnos, 30 km más tarde, ya en la provincia de Málaga, con el tajo de Ronda y su Puente Nuevo. El Tajo, con cien metros de profundidad y cincuenta de ancho, es uno de los enclaves más espectaculares de la provincia. Colgado sobre el abismo, fue construido a mediados del siglo XVIII y en su parte central alberga lo que fue la prisión de la villa. Poca gente sabe que esta estampa inconfundible y turística se derrumbó seis años después de su construcción, llevándose consigo la vida de cincuenta personas. Inmediatamente comenzó la nueva obra que resultó ser mucho más duradera.

Dejamos atrás Ronda por la A-397 y encaramos la bajada hacia Marbella y el mar. Esta carretera nos guía por una sucesión de curvas enlazadas entre pinares y valles de gran belleza para depositarnos con suavidad en los llanos de San Pedro de Alcántara. Si antes de zambullirnos en los baños de algas, en el jacuzzi o en la aromaterapia en Benalmádena aún nos queda tiempo, podemos gastarlo en el Frank´s Corner de Marbella, un lugar de culto donde podrás tomarte una copa elegante.

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