Mientras pensábamos por Barcelona, pensando en ¿qué visitar en Barcelona?, ¿qué conocer en Barcelona?, hablábamos, Josín y yo, sobre viajes en moto. Es un tema recurrente el contarnos aventuras, historietas y andar planeando siempre algún viaje nuevo. Algunos salen y otros no, pero rondan nuestra cabeza como un mantra los nuevos destinos. Es como una necesidad de nuevos descubrimientos y experiencias.

Coincidíamos los dos en que, durante muchos años, habíamos hecho viajes en moto bajo en mismo modus operandi: siempre siguiendo el mismo esquema de subirse a la moto y hacer kilómetros sin cambiar el medio de transporte. Esto nos lleva a planear los viajes dentro de un radio de acción más o menos corto, adaptándolos al tiempo de que disponemos, que no suele superar el mes casi nunca.

Con este panorama resulta imposible, por ejemplo, subirse a la moto, llegar a Tailandia y volver a casa a tiempo de que el jefe no nos eche de menos en la oficina. Ni siquiera viajando sin salirnos de las autopistas en todo el día. Es una lástima no disponer de más días, pero no queda otro remedio que adaptarse a la realidad.

Pero saber que sólo tengo que escoger un lugar, de moda o no, buscar un billete barato y hacerme allí con una moto, me da una cantidad de opciones muy grande. Algo tan sencillo como hacer click aquí mismo y buscar el lugar que me interese y disponerme a disfrutar de la moto es algo que ni se me había pasado por la cabeza.

Gracias a esta nueva forma, casi nueva perspectiva, nos llevó a nuestro viaje a la India el año pasado, descubriendo dos formas de viajar que, aun conociéndolas, no se nos había pasado por la cabeza que fuesen para nosotros. Que va. Nosotros tenemos nuestra moto, por la que sentimos verdadera devoción, tenemos nuestras manías y nuestra querencia por viajes minimalistas. Pero en India practicamos estos dos modos de viajar y supusieron un nuevo enfoque en esto de recorrer el mundo.

La primera parte de la ruta la hicimos en viaje organizado, con Rakatanga. Resultó una experiencia muy agradable viajar con otras personas que no conocíamos y dejándonos guiar por el buen hacer de Raúl en aquel país. Nada de qué preocuparse. Las motos siempre a punto y listas para otra jornada de piedras por los Himalayas. Maletas en la habitación al llegar a cada hotel y levantarse cada mañana con la única preocupación de ver otro sitio increíble detrás de cada curva.

La segunda parte del viaje la hicimos por nuestra cuenta, alquilando las motos en Nueva Delhi y recorriendo el Rajastán bajo un sol abrasador y temperaturas cercanas a los cuarenta y cinco grados.

El alquiler de las motos salió barato, o relativamente barato, y lo único que teníamos que hacer era procurar no romperlas demasiado en nuestros paseos salvajes por pistas infernales y salares recónditos.

Cualquiera de las dos opciones fue buena. Y las dos tenían en común que no habíamos necesitado pasar parte de nuestras vacaciones en interminables jornadas de carretera para llegar a nuestro destino. ¿Cómo es que no lo habíamos probado antes? ¿Quién dijo que debíamos disponer de varios meses para recorrer el mundo? Cierto es que sería mejor disponer de un año sabático (o dos) para lanzarnos a hacer el overlander por ahí, pero siendo conscientes de nuestras limitaciones laborales, aquello no estaba nada mal. Al fin y al cabo, ninguno de los dos tenía la intención de dejar un trabajo seguro y agradable para lanzarse con destino incierto. Hipotecas, familia, amigos y querencias marcan nuestro círculo de confort en el que, por cierto, estamos muy a gusto, digan lo que digan los memes de autoayuda.

Acabábamos de descubrir que no necesitábamos una excedencia laboral para pasar nuestras vacaciones de moto, que no hacía falta ser millonario para irse al otro extremo del planeta, que no necesitábamos nuestra propia moto tanto como pensábamos.

Por eso este año, en lugar de buscar un destino europeo y rodar una semana de ida y otra de vuelta para llegar al destino, decidí que iba a tomar un avión y hacerme con una moto en el destino elegido.

¿Que no es lo mismo? Seguro. ¿Que no dispongo de tiempo ni dinero para irme a Vietnam con mi propia moto? Seguro también.

Sí, ya sé que es un modo de viajar bastante común, pero a mi no se me había pasado por la cabeza.