jamon serranoEstamos estos días espantados con los asesinatos en París. Un ataque tan abominable que desató olas de solidaridad, gritos de libertad y mareas humanas enarbolando la enseña de la tolerancia. Pero… ¿somos tan tolerantes como hacemos ver en las manifestaciones?

Según un estudio del CIS sobre religiosidad en España (nº 2752 de febrero de 2008), para más de la mitad de la población española resulta inaceptable la utilización de símbolos religiosos con fines humorísticos. A tenor de estos datos quizá no seamos tan “Charlies” como proclamábamos en los carteles.

¿A qué viene esto en Viajo en Moto?, se preguntará el lector. Pues a que con todo este revuelo religioso me he acordado de unos conocidos que, hace unos años, se fueron a Marruecos en moto. Allí, en un hotel, de calidad como correspondía a su estatus, sacaron un jamón y echaron la tarde cortando lonchas bajo la mirada asqueada de los musulmanes. Unos días antes había leído una crónica de otros alegres motoristas que anduvieron por el país alauí en pleno Ramadán. Estos, según contaban, no se amilanaban ni un pelo y sacaban el chorizo, el jamón y demás viandas de origen porcino en cualquier lugar de la vía pública. En una de las ocasiones en las que alimentaban sus vientres, una señora mayor les afeó el comportamiento con grandes aspavientos mientras decía “galufo, galufo”, cosa que celebraron con gran regocijo.

Los protagonistas de estas dos historias contaron sus hazañas en internet, comentaron jocosamente sus respectivas jugadas y regresaron a su país orgullosos de haber comido cerdo en un país musulmán o ingerir alimentos (cerdo, además) en pleno mes del Ramadán. Lo paleto y lo tontaina, como vemos, no tienen límites. Seguro que estos animosos moteros no tenían tantos arredros si el lugar de una vieja marroquí les sale un talib de dos metros diciendo “Alá es grande“.

A mí, como a la mayoría de los españoles,  usar elementos religiosos como sátira insultante no me parece correcto. Hay límites que, por autoimposición no deberían cruzarse. Y aún menos adecuado me parece ir a un país musulmán a tocar los huevos con comportamientos que, por cultura y por convicción religiosa, están muy alejados de la corrección y el respeto. Como tampoco me gustaría ver a un musulmán cagándose en la puerta de una iglesia católica aunque yo no sea cristiano.