Chile es un fabuloso destino para los moteros y para cualquier amante de los viajes de aventura. Bajo las ruedas, más de 80.000 kilómetros de carreteras, listos para ser recorridos a lomos de tu moto. Además, Chile es destino de mochileros porque a lo largo de la red viaria que une los extremos norte y sur, separados por 4.300 kilómetros, existen lugares de asombrosa belleza, donde la naturaleza aún deja margen para la aventura.
Chile es un país alargadísimo, que discurre en paralelo a la cordillera de los Andes a lo largo de más de 4.000 kilómetros, y un ancho promedio de apenas 170 kilómetros. Gran parte de ese territorio lo recorre la emblemática Panamericana, que une prácticamente los dos subcontinentes americanos, desde Alaska (Estados Unidos) hasta Quellón, en la isla grande de Chiloé (Chile). En Chile, la Panamericana une Arica, en el extremo norte del país, con Quellón. Si recorres Chile en moto, es casi seguro que pasarás por la Panamericana.
¿Y qué encontrarás en el camino? Pues si empiezas desde el norte, en Arica, lo primero es el impresionante desierto de Atacama, el más seco del mundo, y por esta razón probablemente es más idóneo para disfrutar de la observación astronómica. ¡Recuerda que deberás aclimatarte antes de ir subiendo la altitud, o sufrirás el famoso soroche!
El desierto de Atacama tiene lugares de extraña y sobrecogedora belleza lunar, géiseres y lagunas, pero sin duda debes pasar alguna noche para contemplar los astros desde alguno de los observatorios que hay alrededor de San Pedro de Atacama, un municipio turístico del que también parten las excursiones hacia el boliviano Salar de Uyuni.
Siguiendo hacia el sur, pero descendiendo desde las altitudes andinas hasta el nivel del mar, llegarás al Chañaral del Aceituno, un lugar famoso por los avistamientos de ballenas. Frente a la caleta que da nombre al lugar se encuentra la isla Chañaral, que es el lugar de avistamiento de ballenas y delfines. El lugar es también reserva nacional del pingüino de Humboldt.
Desde ahí, sigue hacia el sur, dejando atrás Santiago y Valparaíso. Ya que has llegado hasta el Océano Pacífico, no deberías dejar pasar la oportunidad de aparcar tu moto junto a la playa y darte un chapuzón. Cualquiera de las playas es buena, pero la región de Los Lagos, en la zona central de Chile, cuenta con algunas playas que por la fina arena y el turquesa de las aguas se dirían caribeñas. Eso sí, hay una diferencia importante: ten en cuenta que estas aguas oceánicas suelen ser bastante más frías que las del Mar Caribe.
Cuando llegues al sur con tu moto, por momentos tendrás la sensación de estar en territorio inexplorado. No en vano, la Tierra de Fuego es el terreno más austral de la Tierra. Más al sur del Cabo de Hornos, que separa y une los océanos Pacífico y Atlántico, ya sólo está la Antártida. En la región de Magallanes, de la que forma parte la provincia de Tierra de Fuego, hay unos senderos de trekking que harán que merezca la pena bajarte de la moto.
En definitiva, Chile es un destino plagado de maravillas naturales y territorio casi sin domesticar, ideal para recorrer de punta a punta. ¡Súbete a la moto, y a rodar!
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