El mundo de la publicidad ha cambiado de forma ostensible en los últimos años. Quedan lejos aquellas llamadas a la acción con un «compre producto X» y máximas por el estilo carentes de chispa. Hoy los creativos han de devanarse los sesos y construir algo que llame la atención, que enganche desde el primer momento y que nos cuente una historia.
Esto es, precisamente, lo que ha hecho Repsol, crear una historia que atrapa y nos deja pegados ala pantalla desde las primeras imágenes.
Repsol lleva muchos años trayéndonos triunfos a los aficionados al motociclismo, desde el 94 como equipo oficial de la casa Honda. Saltamos de nuestros asientos con Doohan, con Crivillé o con Rossi y ahora no dejamos de hacerlo con Pedrosa y Márquez. Hablar de MotoGP es hablar de Repsol como marca de referencia dentro del gran circo.
Márquez es la cara amable del elenco de pilotos, el chico bueno que toda madre querría como novio para su hija. Pero detrás de esta imagen se esconde un piloto de características extraordinarias, tal y como puso de relieve desde que llegó a la competición. Cinco títulos en el bolsillo, el piloto más joven en ganar un campeonato, el más joven en ser bicampeón y el tricampeón más joven de la categoría reina. Además, un chaval afable y con la sonrisa siempre dispuesta para sus fans.
Pedrosa, con tres títulos de campeón del mundo, lleva desde el año 2006 compitiendo en MotoGP con Repsol. Bajo su apariencia de jovenzuelo apocado late en corazón competitivo y repleto de hambre de triunfo. Es el piloto que más carreras ha disputado con HRC y está considerado uno de los mejores pilotos de la historia.
En el trial, Toni Bou se sale de los percentiles. Ha pulverizado el récord de campeonatos del mundo que tenía Lampkin y anteriormente Tarrés. Ha enlazado victorias, una tras otra, y es una leyenda viva en el mundo del trial. Esta trayectoria supuso que le entregaran la Real Orden del Mérito Deportivo, la más alta distinción que otorga el Gobierno España a aquellos que se hayan distinguido notablemente en la práctica deportiva.
Estos tres pilotos han conseguido hacer cosas increíbles, superándose día a día, año tras año, a base de esfuerzo y tesón. Pero estos logros no se consiguen de forma individual, son fruto del trabajo coordinado y en equipo. Y esto es precisamente lo que ha pretendido Repsol con el spot publicitario del que hablaba al comienzo de esta entrada: destacar la fuerza de la unidad y mostrar como el trabajo en equipo es la vía para alcanzar las metas propuestas, consiguiendo equiparar la imagen de la marca como la del esfuerzo conjunto.
El spot tiene fuerza desde su inicio con la potencia estética que aportan las motos listas para salir. Avanza la acción y el trabajo coordinado da sus frutos para poner el marcha las avionetas y despegar. Cada uno aporta su grano de arena, su pieza clave para que el siguiente paso de la acción pueda llevarse a cabo.
Las evoluciones de la avioneta, tanto las reales como los efectos digitales, son de una factura impecable y resultan verdaderamente impresionantes.
El final del spot es tan inesperado como sorprendente y nos despierta al niño que todos llevamos dentro porque, no nos engañemos, en esto de las motos todos somos como niños.
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