El viajar en moto no es algo nuevo. Ni siquiera es algo moderno. Surge con la misma invención de la motocicleta y con la popularización de este vehículo.
Desde principios del siglo XX ha habido grandes viajes en moto, algunos de ellos con una carga épica enorme. Hay que tener en cuenta que, ni las carreteras, ni las motos de aquel entonces eran fiables en muchos sentidos.
Mujeres como Aloha Wandewell que en los años 20 cruzó desde Nueva York a San Francisco en moto o como el motorista de “larga distancia” Tom Silver que, según algunas fuentes, fue el primer hombre en hacer El Cairo-Ciudad del Cabo en moto, hacen que nos traslademos a épocas en que hacer un viaje de cientos kilómetros era toda una quimera.
Hoy, un siglo y pico después, en España asistimos al despertar de esta forma de viajar, de ver el mundo a lomos de una motocicleta. Desde los años 50 y 60 del siglo pasado, con Veciana y su vuelta al mundo en Vespa o Maristany y las Impala por África, siempre ha habido grandes viajeros en nuestro país. Y no tan grandes pero si igual de heróicos. ¿O acaso no lo es cargar un Ducati 170 de hace sesenta años o una Vespa, con la esposa y dos niños para hacerse doscientos o trescientos kilómetros? Eran otros tiempos. Tiempos de estrecheces y de necesidades en el que las carencias se suplían con ingenio y con determinación.
Sin embargo fue hace poco, en los años anteriores a la crisis, cuando el dinero fluía por ríos menos exiguos que los actuales, cuando asistimos a una afición mayor a los viajes en moto. Los españoles comenzamos a dejarnos ver con más frecuencia con nuestras motos por Europa y eporÁfrica, incluso unos pocos se aventuraron a explorar Asia y Oriente Medio.
La popularización de Internet y las redes sociales contribuyó de forma decisiva a mostrar nuestros viajes a los demás y, en poco tiempo, blogs y páginas personales dedicados al mundo de la moto proliferaron de forma exponencial. Se formaron grupos para organizar salidas y todo el mundo dispuso de sus ciberamistades para salir en moto si así lo deseaba.
Sin embargo hay, para mi, tres personas que en los últimos dos años han contribuido, de forma especial, a promocionar los viajes en moto más allá de las fronteras de “la esfera motera”. Me refiero a Miquel Silvestre, Fabián Barrio y Alicia Sornosa.
No es mi intención menospreciar los viajes de nadie pero estos tres personajes han sabido publicitar sus proyectos fuera de los círculos cercanos al mundo del motor de una forma decisiva.
Silvestre, con su peculiar forma de narrar sus viajes ha conseguido reunir en torno de si a un nutrido grupo de incondicionales que le siguen allá por donde vaya. Ha saltado a la prensa generalista y su particular visión del mundo tiene repercusión en los medios más variados.
Fabián, que salió a dar una vuelta y estuvo dos años recorriendo el mundo, ha sabido sacar partido a sus anteriores experiencias en el mundo de la comunicación y, lo que empezó siendo un viaje vital en pos del conocimiento de si mismo, terminó deviniendo en un libro que va camino de convertirse en superventas. Al igual que Miquel se ha volcado de lleno en la promoción de su libro y cuenta con una legión de seguidores que le arropan en cada nueva aparición.
Alicia, periodista que ya se movía de siempre en esto del motor, se embarco, de la noche a la mañana en un viaje alrededor del mundo que la ha promocionado también, fuera de las revistas especializadas. Su caso es aún más llamativo por su condición de mujer pero esto que, en algunos casos, puede suponer un handicap es lo que la ha catapultado al exterior del ecosistema motero.
Hay, no me cabe duda, proyectos más interesantes que el de cualquiera de ellos. Tu proyecto, por ejemplo, lector. Lo tuyo es más interesante e importante precisamente por eso, porque es tuyo y vas a ser tu quien lo lleve a cabo. Pero la labor de promoción que hacen las tres personas citadas es el mejor regalo que pueden hacernos a los aficionados a los viajes en moto. Sacar fuera de sus círculos naturales esta pasión que llevamos dentro es una forma de dejarnos ver, en el sentido más literal de la expresión, en las carreteras y autovías. Mostrar un viaje en “Sálvame” puede ser un acicate para que se mantengan otros programas como “Caballos de metal”. O publicitar a 2TMoto puede servir para que organicen unas jornadas de “cultura viajera”.
Particularmente me gustan más otro tipo de proyectos, como La Panamericana del Búfalo, La Vuelta al Mundo sin Dejar de Trabajar de Carlos G. Portal o el Ride to Roots de Eduard L. Arcos. Sin restar ni un ápice de autenticidad a unos o a otros, cada uno hace lo que puede o lo que le apetece pero los primeros han logrado un nivel de proyección para sus viajes que los sitúan en una dimensión distinta a lo que hacen los demás.
Y esto es bueno para todos. Para ellos por ver colmadas sus aspiraciones de promoción y para los demás porque el camino será más fácil.
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