Hace unos días recibí carta de Repsol y no era por el tema del gas ciudad, ni siquiera del gas pueblo. Era de Repsol-Competición, nada más y nada menos. Me ofrecían, entre otras cosas aparcamiento gratuito en el Gran Premio de Cheste, a mí, que no voy ni a las carreras de carrilanas. Saben que soy aficionado al mundo de la moto porque en Pingüinos 06 cometí el error de dar mis datos para un sorteo o algo similar. Ingenuo. No sólo no me tocó nada sino que ahora tendré que escribirles una carta para que den de baja mis datos. En fin. Pero no sólo me invitaban a la pernocta, además me ofrecían diverso menchandising de la empresa, eso sí, previo pago de una onerosa cantidad de euros por mi parte. Gorrita de camionero, seis euros Polo de gasolinero, veinte euros Chaquetita de padock, treinta euros Y así hasta completar un variopinto muestrario de dudoso gusto.
Por eso, cuando veo a ciertos propietarios vestidos de arriba a abajo con la ropa y complementos de la marca, artículos que, por cierto, han pagado a precio desorbitado, me da la risa. Claro que, ser un icono del motociclismo tiene su precio. |
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