En una página minimalista y refinada como esta, de guión rayano con lo exquisitamente raruno, no podía faltar alguna referencia al manga y al anime, sobre todo viniendo como vienen, muchas de nuestras motos del país del Sol Naciente.
En Japón el anime es un fenómeno de masas, al igual que el manga, y son millones en todo el mundo los fanáticos de esta manifestación del arte.
¿Que es manga y anime?
Cierto, este sitio está dedicado a las motos y a los desvaríos frívolos así que quizá convenga, antes de meterse en harina, explicar un poco el concepto. El manga es el cómic, la historieta que se produce en Japón o que bebe de las mismas fuentes y estilos. Es una de las tres ramas principales del cómic junto con la corriente estadounidense y la franco-belga. Por otro lado, cuando se habla de anime nos estamos refiriendo a la animación de origen japonés que tiene como base el manga.
Dos conceptos bien sencillos aunque no por eso menos vastos.
Este tipo de «tebeos», a pesar de ser muy populares en Japón, no llegaban al público americano o europeo, quedando circunscritos al enorme mercado nipón. Si embargo, en 1988 vio la luz una película de anime que estaba llamada a cambiar para siempre la expansión del anime: AKIRA. Katsuhiro Otomo se dedicó desde el año 1982 al 1993 a dibujar este cómic de 2000 páginas que, antes incluso de su final, ya había revolucionado a buena parte de las mentes comiqueras de medio mundo. Y es que la película fue estrenada en 1988, cinco años antes de que terminase la historia. Esto, obviamente, tiene como resultado que las líneas argumentales de la película y el cómic se separen y discurran por caminos distintos.
La historia parte, el el año 1988, de una distopía en la que el mundo está al borde de la destrucción por culpa de la tecnología y una guerra mundial treinta años antes. Neo-Tokio, una ciudad reconstruida y brutal, es donde se dan cita el desempleo, la violencia, la represión estatal… Y donde florecen la insatisfacción y las sectas que anuncian el advenimiento de AKIRA, el ser superior que los sacará a todos del marasmo y la marginalidad.
AKIRA es el depositario de la energía absoluta que traerá consigo el renacer de una nueva era en Japón.
Otomo, que también dirigió la película además de dibujar el cómic, se inspiró en las revueltas y manifestaciones de su Japón juvenil de los años sesenta, en los que el descontento con el gobierno, el paro y la miseria perfilaban un país muy distinto del que ahora conocemos. Su estreno supuso un salto cualitativo muy importante en la animación japonesa y se convirtió, en poco tiempo, en un referente en el género.
A partir de aquí el anime saltó océanos y comenzó a ser conocido mundialmente, a la par que AKIRA se convertía en película de culto. La mejor del género, a decir de muchos.
La moto de Shōtarō Kaneda, uno de los personajes principales de la trama, ha sido dibujada hasta la saciedad, plasmada en pósteres, en camisetas, en carpetas de estudiantes… Y también, como no, llevada a la vida real. Es precisamente este tributo de otros dibujantes al obra lo que me ha llevado a dedicarle un artículo a AKIRA después de encontrar, por pura casualidad, el dibujo de Jim Martin. El póster estaba destinado a aparecer el la película de Disney, «Big Hero 6», basada en el cómic homónimo de la Marvel. La idea era que figurase como atrezzo en la habitación del protagonista, pero éste fue rechazado por parecerse demasiado al cartel de la película. Pero, ¿no era eso de lo que se trataba? Al fin y al cabo era un homenaje. Creo que hubiera sido un bonito detalle, seguramente muy apreciado por los fans del género.
Sea como fuere aquí va el homenaje de Jim Martin.
Y aquí otros tributos
Y, por supuesto, la transposición a la vida real de la moto de Kaneda, el único artefacto considerado «réplica oficial» que rueda desde hace tiempo por Japón recolectando fondos para niños con autismo o para víctimas del tsunami.
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