Llevaba tiempo deseando ver la película «The Born Losers», un clásico del cine de pandilleros motociclistas perpetrado en 1967. Lo cierto es que me sentí atraído, casi de forma irremediable, por un soberbio cartel que prometía acción, motos y sexo rancio de los años sesenta pero me encontré con que lo único realmente memorable es el cartel de la peli.
En esta historia de moteros forajidos nos encontramos con una nutrida cantidad de situaciones absurdas y estúpidas que hacen de toda la obra un plato de difícil digestión. Quizá el hecho de que el guión se hubiera escrito quince años antes de rodar el film no ayudara demasiado a poner en su sitio a unos actores acartonados y con diálogos forzados hasta el límite. La historia, para no perdernos en insultos antes de ir al grano, va de una pandilla de motoristas que parecen salidos de un catálogo antiguo del más puro estilo flower power. Violan a tres chicas y de propina, a una universitaria de cara angelical que pasaba por allí, en bikini, a lomos de una moto. Después las presionan para que no testifiquen y blablabla. A todo esto, aparece el héroe, un medio indio vestido de vaquero, que parece que se ha tragado un tenedor y se lía a mamporros, de forma mal hilvanada, para defender a la jovenzuela en edad de merecer. Lenta, absurda e idiotizante, nos hace perder casi dos horas en su visionado y algunos minutos más escribiendo esta crítica. Resulta inexplicable que haya tenido éxito de público esta historieta risible.
Vamos a lo que nos interesa, las motos.
La universitaria buenorra viaja en una Yamaha YDR3 del 66, una bicilindrica que petardea como una Puch Cóndor y que hoy se cotiza a casi 12.000€. Una de las imágenes más icónicas es cuando la joven se ve rodeada de los malos-malotes y, en una toma a ras de suelo, el muslamen de la chavala ocupa el primer plano. El cartel no miente.
Un par de Harley-Davidson Panhead en manos de los malos. La primera, como no podría ser de otro modo, choperizada y la segunda en forma de trike bastante horrendo pero que tiene su punto. El jefe de la pandilla de los «The Born Losers» también gasta Harley-Davidson, una Sporster XLCH nuevecita, quizá del 67, como la peli.
Como nota curiosa para lo que es una película de pandilleros motoristas, apuntar que sale una Puch Allstate de 250, una de las motos austriacas que se vendió en los EE.UU. y que llegó a ser bastante popular.
Hay más motos, claro, pero entre planos largos e imágenes aceleradas se hace complicado identificar las máquinas. Por otra parte es probable que seguir buceando en los detalles se considere rallano con lo insano.
Para terminar, si disponéis de tiempo para perder, aquí os dejo la película completa.
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