Las propinas son una forma de agradecer el servicio recibido en un establecimiento, pero no en todos los países se espera ni se valora de la misma manera. En este artículo te contamos las diferencias culturales que existen alrededor de este gesto y cómo evitar situaciones incómodas o malentendidos cuando viajes por el mundo.
En España, por ejemplo, no estamos muy acostumbrados a dejar propina en los restaurantes, bares, taxis o peluquerías. De hecho, en muchas ocasiones nos identifican como españoles porque no dejamos propina. Eso no quiere decir que seamos tacaños, simplemente, en España no se acostumbra a dejar propina porque el sueldo de un empleado no depende de ese emolumento extra. Es el empleador el que paga el sueldo íntegro a sus empleados y el dejar propina tiene más que ver con la prestación de un servicio excelente que con una obligación. Si se deja propina, suele rondar el 10% del importe, pero si el servicio no ha sido todo lo correcto que esperamos, no dejamos la propina y punto.
No somos los únicos que tenemos esta costumbre. En Italia tampoco es especialmente habitual dejar propina y en Japón se considera, directamente, un insulto, una muestra de superioridad inaceptable. Si dejas propina en Tokio, el camarero saldrá detrás de ti para devolverte el dinero que te has olvidado sobre la mesa. Es la misma repulsa que sienten en Corea del Sur, en China o en Singapur. Sienten que es una forma de infravalorar el trabajo del camarero que ya cobra un salario justo por sus servicios. En Paraguay lo consideran como un soborno y resulta complicado de explicar.
Algunos de los lugares que no esperan este gesto de agradecimiento son Grecia, Australia, Noruega, Dinamarca, Nueva Zelanda o Islandia.
En otras culturas y otros países sí que se espera que el cliente deje propina. Es el caso de Francia, donde se suele incluir un 15% en la factura como “servicio”, o Reino Unido, donde el porcentaje recomendado suele alcanzar el 12%. En Portugal, México, Tailandia, Egipto, Marruecos, Holanda o Cuba también se deja propina y en Alemania y Hungría, además de dejar la propina es aconsejable dársela directamente al camarero.
Mención aparte merecen Estados Unidos, Canadá, India o República Checa, donde la propina es parte fundamental del sueldo de los camareros. Es casi una obligación moral dejar entre un 15% y un 20% del total de la cuenta como gratificación.
Exceptuando los países donde les parece una ofensa esto de la propina, siempre te van a agradecer que dejes un porcentaje de la factura como gratificación, independientemente de si es o no obligatorio. Lo mejor que puedes hacer es preguntar cuál es la costumbre en el país que visites y hacer lo mismo que hagan sus habitantes.
Para ti, unas monedas más o menos en el bolsillo no supondrán nada y para la persona que te está sirviendo pueden suponer una buena parte de su sueldo.
Eso sí, ten cuidado con las cantidades que dejas y conoce bien la moneda local para evitar sorpresas. Te contamos una anécdota que le ocurrió a Giorgio Bettinelli, un escritor italiano que viajó por el mundo en Vespa y escribió varios libros sobre sus aventuras. Uno de ellos es De Roma a Saigón, muy recomendable si te gusta la moto y las aventuras.
Bettinelli estaba en Turquía, justo antes de ligar con una hermosa y fogosa joven de Ámsterdam. Cuando pagó la cena, unas 46.000 libras turcas (estamos hablando de los noventa, hoy serían unos 10 euros). Como llevaba poco tiempo en el país no estaba muy familiarizado con los billetes, así que, cuando dejó la propina, aflojó un billete de 100.000 liras, ante la atónita mirada del camarero.
Así que, ojo con estas cosas porque, según un dicho popular, “cuando la limosna es muy grande, hasta el santo desconfía”.
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