El cine de motos es un género que ha reflejado la fascinación por la velocidad, la libertad y la rebeldía que las dos ruedas han simbolizado desde su invención. Aunque las primeras películas con motos se remontan a los años 20 y 30, como El ángel del infierno (1930), de Howard Hughes, o El demonio de la velocidad (1932), de D. Ross Lederman, fue en la segunda mitad del siglo XX cuando el cine de motos alcanzó su mayor auge y diversidad.

Uno de los hitos del género fue Salvaje (1953), de László Benedek, protagonizada por Marlon Brando como el líder de una banda de moteros que siembra el caos en un pequeño pueblo. La película, basada en un hecho real ocurrido en 1947, mostró una imagen negativa y violenta de los moteros, que contrastaba con el idealismo y la inocencia de la posguerra. La moto que usó Brando, una Triumph Thunderbird 650, se convirtió en un icono del cine y de la cultura popular.

Otra película que marcó un antes y un después fue Easy Rider (1969), de Dennis Hopper, que narraba el viaje de dos moteros hippies por Estados Unidos en busca de la libertad y el sueño americano. La película, que contó con un bajo presupuesto y un estilo documental, fue un éxito de taquilla y de crítica, y se convirtió en un símbolo de la contracultura y el movimiento juvenil de los años 60. Las motos que utilizaron los protagonistas, Peter Fonda y Dennis Hopper, eran dos Harley-Davidson modificadas con piezas de otras marcas, que recibieron los nombres de “Capitán América” y “Billy Bike”.

El cine de motos también tuvo su vertiente más comercial y espectacular, con películas que aprovechaban el tirón de las carreras y las acrobacias sobre dos ruedas. Algunos ejemplos son El gran salto (1971), de Richard C. Sarafian, con Steve McQueen como un piloto que intenta batir el récord mundial de salto en moto; El gran desafío (1978), de Hal Needham, con Burt Reynolds como un temerario especialista cinematográfico; o El gran halcón (1986), de George P. Cosmatos, con Sylvester Stallone como un policía motorizado.

El cine de motos también exploró otros géneros, como el terror, la ciencia ficción o la comedia. Un ejemplo es La carrera de la muerte del año 2000 (1975), de Paul Bartel, producida por Roger Corman, uno de los grandes nombres del cine independiente y de serie B. La película se ambientaba en un futuro distópico donde los participantes de una carrera automovilística debían atropellar a los peatones para ganar puntos. Entre los vehículos había una moto conducida por una mujer llamada Calamity Jane.

Otras películas que mezclaron el cine de motos con otros géneros fueron El motorista fantasma (2007), de Mark Steven Johnson, basada en el cómic homónimo de Marvel; Akira (1988), de Katsuhiro Otomo, una obra maestra del anime japonés; o Los caballeros del Zodíaco (1986-1989), una serie animada que adaptaba el manga del mismo nombre.

El cine de motos ha sido un género que ha reflejado los cambios sociales, culturales y tecnológicos del siglo XX, así como las aspiraciones y los conflictos de varias generaciones. Aunque ha tenido altibajos en su popularidad y calidad, ha dejado un legado de películas memorables e influyentes, que han contribuido a crear una mitología propia en torno a las motos y sus aficionados.