Resulta fácil que una estrella mediática se identifique con las motos, con el icono de la libertad individual y todas esas zarandajas. Ya he puesto algunos ejemplos en la entrada «las motos de los famosos y las estrellas» en las que hacía un repaso, más o menos jocoso, sobre las motos que manejan los asiduos al couché. Si lo vemos por gremios, los cantantes y grupos de rock también son mucho de hacer guiños al colectivo motero y sobran ejemplos, además del famoso Born to be wild de los Steppenwolf, de grupos y canciones ligados de uno u otro modo a las dos ruedas.

loquillo

En el panorama patrio, y concretamente ligado al rockabilly, al punkabilly y cosas por el estilo, tenemos a Loquillo que lleva un montón de años haciendo apología del Cadillac y, en menor medida, de las motos. Ya le dediqué una entrada hace años, en los albores de este blog, a una de sus canciones: Himno de motoristas. En ella este monstruo de la escena nos dice que prefiere tener una Harley que le dé averías de forma constante a ser propietario de una eficiente máquina japonesa a la que llama «máquina de arroz». La canción tiene buen ritmo pero la letra se las trae, no sólo por las preferencias del Loco en cuanto a mecánica sino por el desprecio xenófobo hacia lo japonés con la mención del arroz. Pero bueno, vale, me da igual lo que cante.

El caso es que, leyendo la entrevista a Loquillo en la revista Rolling Stone de abril de 2015 me he quedado pasmado. Si tenía alguna duda de que este cantante fuese tan cretino como yo pensaba, se me han disipado de forma inmediata. ¿Cómo si no se explica que le espete al entrevistador que él y Bunbury son las únicas estrellas que quedan? Resulta indigesto leer que «la Mataré fue el primer disco de rock latino que se lanzó en este puto país» cuando Radio Futura ya había abierto las puertas de este género en España. O «no te puedo decir ninguna banda de rock and roll que valga la pena«. A excepción de sí mismo, claro. Se queja, nuestro ínclito rockero, de que siempre ha ido un paso por delante y ahora le roban la identidad y la estética. «la copian desde los mítines de partidos hasta Operación Triunfo, donde salen con chupas de cuero y guitarras eléctricas«. Larga vida al precursor de la cazadora de motorista en los escenarios.
Para rematar, referido a sus compañeros de profesión, dice que nadie se mete con los políticos por si luego no tocan. Parece haberse olvidado de sus tiempos de corista del PSOE, apoyando a Felipe González junto con Serrat, Victor Manuel, Ramoncín y otros personajes metidos a líderes de masas.

Loquillo siempre fue muy «sobrao» y muy chulo. Formaba parte de su estética, de su pose y de su imagen mediática, pero ahora suena a rebeldía impostada de un jovencito de 54 años.

Larga vida al Rock and Roll, chaval.