Viajo en Moto se lleva grabando desde hace más de siete años. En todo este tiempo ha habido evolución, involución, pasos adelante, hacia atrás y de lado, tanto desde el punto de vista técnico como de contenidos.
Hoy te enseñaré un poco como ha sido esta evolución técnica y como he llegado hasta el minimalismo en el estudio.
Los comienzos.
Al principio todo era oscuro. No sabía casi nada y no llegó la iluminación como un acto divino. Fueron muchas horas de lectura, de tutoriales, de aprender desde lo más básico. Y muchos errores y gastos inútiles que, seguro, aún no han terminado.
Estarás harto de leer que para empezar con un podcast es necesario muy poco, apenas un teléfono móvil y una conexión a internet. Es cierto. Pero no te hagas ilusiones porque no sirve. Al menos no sirve si quieres crear algo de calidad.
Viajo en Moto empezó con un micrófono USB y un ordenador.
Luego vinieron los interfaces de audio (ya he perdido la cuenta de cuántos), las mesas de mezclas, más micrófonos, compresor de audio, ecualizador, preamplificadores y más meteduras de pata. Siempre con un mismo objetivo: buscar la mejor calidad del sonido que pudiera dar.
Todo este material trajo consigo que, cuando empecé a emitir en directo, tenía que atender al guión y a que cada aparato encajase a la perfección con los demás. Había días que lo conseguía y había días que no.
La evolución.
El estudio pasó de tener una pequeña mesa de mezclas y una tarjeta de sonido externa, a estar lleno de trastos de modo que ya resultaba complicado desenvolverse con soltura. El siguiente paso lógico fue ampliar el espacio, claro.
Cada cambio de equipo suponía una nueva inversión y ahorrar para comprar material, casi siempre usado.
La voz pasaba a la mesa de mezclas, de ahí, a través de un inserto, al compresor de audio, al ecualizador y a otra serie de procesos que se realizaban a través de software. Un lío, oye. Un soberano lío que me quitaba horas de sueño.
La faena.
Con el paso del tiempo decidí volver a la simplicidad. No a la simplicidad de los comienzos sino a la simplicidad exquisita de lo excelente, si se me permite la chanza. Cada aparato que interponía entre mi voz y la del receptor se traducía en ruidos, en merma de la calidad. La solución que aportaba era otro filtro, otro aparato, otro proceso que solucionase el problema anterior. Era como una huída hacia adelante, muy tonta y encaminada a dejar cada vez más dinero en equipo.
Una nueva mesa de mezcla con mejores previos de micrófono, con canales de audio independientes por USB, un micrófono de más calidad, mejores cables… parecía una escalada sin fin.
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La actualidad.
Esta nueva mesa, una Behringer XR18 Air, es, además de un interface de audio de 18 canales, todo lo que antes tenía encima de la mesa. A través de software se le pueden aplicar puertas de ruido, compresores de audio, filtros y una colección de efectos de lo más variado.
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El resultado es que ahora lo único que tengo encima de la mesa es un aparato que apenas pesa tres kilos y poco más. Se maneja a través de red inalámbrica con el iPad, con el ordenador o con el teléfono móvil. Tiene posibilidad de enviar el sonido que entra por los diferentes canales a cualquier destino dentro del ordenador y además, han desaparecido la mayoría de los cables que había tirados por el suelo.
Simpleza.
Para los no iniciados, una mesa de mezclas digital no es más que un mero periférico del ordenador. Las señales de audio no tienen que pasar, físicamente, por los elementos de control (potenciómetros, ecualizadores, etc) y la señal se digitaliza y se procesa dentro de la misma. A esa señal luego se le pueden hacer más perrerías, como dirigirla hacia donde sea necesario (Skype o grabación multipista, por ejemplo) o meterle más procesos en en ordenador.
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A la mesa llega, vía USB, cualquier señar de audio que se procese en cualquiera de los programas del ordenador sin necesidad de más cables que un único USB. En mi caso uso un programa para las cuñas publicitarias y los efectos especiales, otro para el Skype, otro para el programa de música, otro para Spotify, etc. Además se le pueden conectar dispositivos analógicos como el micrófono.
Todo ello entra por canales independientes y se procesa de manera independiente.
Resumen.
La calidad de audio, la facilidad de control y la posibilidad de configuración y enrutamiento hacen que todo el proceso de emitir en directo sea mucho más sencillo.
Eso por no comentar que el estudio es mucho más diáfano y ahora resulta fácil barrer debajo de la mesa.
Aquí puedes ver parte del material que ha pasado por mis manos en estos años.
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