Mucho se ha escrito sobre la posibilidad de irse a otra parte con la fiesta de Pingüinos, desde Marina d´Or hasta León, porque muchos son los pueblos y ciudades que, en época de crisis, estarían encantados de tomarle el relevo a Valladolid. La inyección económica que suponen unas decenas de miles de moteros gastando dinero en la zona es un caramelo apetecible. Cualquier alcalde daría botes de alegría si le tocara a su municipio una lotería como esta. Pero hace un par de días el periódico Tribuna de Valladolid publicaba que Mariano Parellada, el presidente de Turismoto, había descartado hacer la concentración de Pingüinos en cualquier otro sitio que no fuera Valladolid.
Y, al margen de que sea en esta u otra ciudad parece una decisión acertada el no optar por cualquiera de las ubicaciones alternativas que han ido surgiendo por todo el país desde que se conoció, a finales de la semana pasada, la suspensión de la concentración. Organizar un evento de la magnitud de Pingüinos en cuestión de poco más de dos meses parece una cosa bastante complicada sobre todo teniendo en cuenta que el grueso del trabajo lo soportan los voluntarios del motoclub. Es difícil imaginar a los socios de Turismoto, casi todos vecinos de Pucela, yendo y viniendo a Salamanca, a Toreno o a cualquiera de las ubicaciones que se han apresurado a postularse como nueva sede. No dejaría de sorprender, también, que después de haber anunciado la supresión de Pingüinos 2015 vinieran con una nueva ubicación porque, tal y como ha comentado algún aficionado, Pingüinos ya no pertenece sólo a Turismoto sino que es un evento de todos los moteros. Quizá sea algo exagerada esta afirmación pero lo cierto es que la concentración es todo un fenómeno en el mundo de la moto y no se debe andar mareando al personal. Si se toma la decisión de suspender el acto, se suspende y punto. Una vez suspendida hay 15 eses por delante para buscar, con arreglo a la legislación, un nuevo lugar que cumpla todos los requisitos necesarios.
Mención aparte merece, ya que hablamos de comentarios, la cantidad de opiniones vertidas sobre «los ecologistas», esos seres que molan mucho cuando se encaraman a una central nuclear o defienden ballenas pero son unos cabrones cuando le tocan a uno la… afición. O lo poco que se ha hablado de la responsabilidad del Ayuntamiento de Valladolid cuyo alcalde, quizá ávido de votos o de agradar a un sector de la población, decidió promover la protección ambiental del pinar donde se celebraba la concentración. ¿Ha sido necesario que la concentración se viniera denunciando desde el año 2009 para que le vieran las orejas al lobo? ¿Acaso esperaban prolongar esta situación anómala hasta el fin de los tiempos? Si con al primera denuncia se hubiesen intentado buscar soluciones quizá no estaríamos hablando de esto ahora mismo.
Tengo claro que no son los ecologistas los responsables de la anulación del evento, son los politicos mediocres, los que votamos todos, con independencia del color de su bandera, que no son capaces de legislar para mejorar y presenvar aquello que une a pacificamente a gente de todo el mundo.