Lujo y asco en Bikaner
Los llantazos se sucedían al salir de Mandawa. Lo cierto es que no tenía demasiados miramientos con la Royal y de forma constante, la llevaba al límite de sus posibilidades. Cruzar la rueda trasera, derrapar o convertirme en un emulo de los pilotos del Dakar se estaba convirtiendo en una costumbre que encontraba muy sana. Esto me provocaba más sustos de lo normal pero andaba yo en aquellos días tan fuera de mí a lomos de la Enfield que me veía capaz de cualquier cosa. Y a ella también. No negaré que me producía cierto dolor de corazón escuchar como la llanta golpeaba contra el borde de un bache o que me diera cierto coraje acelerar en vacío solo por hacer un poco el macarra... pero no dejaba de hacerlo. Ricard me dirigía miradas de reproche y, de cuando en [...]