A veces puede confundirse la economía de medios con la tacañería y el omitir grandes dispendios podría llevarnos a pensar que, quien así actúa, o no puede o no quiere.
También hay una tercera vía que es hacer de la carencia, virtud.
Yo podría estar encuadrado entre estos últimos, al menos en lo tocante a reparaciones, obras y proyectos en general y a lo que tiene que ver con la moto en particular.
Considerando que vivo en un lugar en el que el taller de motos más cercano está a una hora de camino (con el gas alegre) y que la empresas de transporte no aman estos paisajes, uno se ve obligado a echar mano de la imaginación y de variados métodos para dotar al vehículo de ciertas cosas. Unido esto a que soy un “cagaprisas” y quiero ver la tarea finalizada antes de empezarla, tenemos los ingredientes perfectos para comenzar la saga “El Motorista Aprendiz de McGiver”.
Entramos de lleno en el reino de la chapuza, el arte de la solución magistral y el terreno de la solución rápida. O cómo salir del paso con poco más que lo puesto.
Haremos, por tanto, un pequeño repaso a alguna de las ñapas, más o menos ingeniosas, que he tenido que aplicar a mis motos por motivos variados.
Ñapa One. Bobina Exterior
La primera de ellas no es una de mis chapuzas pero, como es ingeniosa (quizá por eso no es mía) y la moto sí era de mi propiedad considero oportuno glosarla.
La historia completa, por si alguien tiene curiosidad de cómo se llego a esta chapuza, está el “La Bobina Boba” una de las entradas antiguas de este blog.
La bobina de la Teneré 660 había dicho basta y, a falta de una solución mejor a las once de la noche en un paraje solitario del Occidente de Asturias, hubo que colocar una Femsa procedente de un Seat 600. Debido a su tamaño no quedó otra opción que instalarla en el exterior.
Dos por el precio de una. Obsérvese el tubo portaherramientas que va adosado al basculante. No tiene nada que ver con esta entrada pero es otra «bricochapuza» de la que hablaremos otra día.
Detalle de los cables de la bobina emergiendo de la bolsa de una zapapala del ejército.
Y aquí está, la bobina enorme de un Seat 600 que nos sacó del paso y nos permitió llegar a casa indemnes.
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