Una cosa es estar con las motos continuamente en la cabeza y otra bien distinta ser una moto. Y eso es lo que le ocurría a nuestro héroe de hoy, Transformer Man que podía convertirse en cualquier cacharro para luchar por el bien.
Mann era un oficial de policía del planeta Altera que un día, persiguiendo a Kil-Ar por las oscuras infiniteces del universo lejano, se metió en un agujero negro y apareció en la Tierra. De hecho aparecieron ambos aquí y en el transcurso de una lucha épica en la cima de un volcán, la tierra se abrió y Mann cayó al vacío, que estaba lleno de lava. Todos pensamos que se iba a morir, el pobre. Mientras tanto el villano malvado escapaba en un platillo volante, librándose una vez más de responder por sus crímenes ante la justicia alteriana que era un asunto que lo alteraba bastante. Pero lejos de morir, porque un superhéroe nunca muere, Mann obtuvo el superpoder de convertirse en cualquier cosa que tocaba. Así, sin posibilidades de volver a pasar por el agujero negro para regresar a Altera (porque, recordemos, Kil-Ar se había llevado la nave alienígena), se convirtió en policía en el nuevo planeta. Podría haberse dedicado a lo que quisiera: podador de palmeras, pescador de fletán en el Gran Sol o mercenario en el Yemen pero no; escogió hacer lo que mejor sabía, ser oficial de policía en este planeta que encontraba tan falto de referentes morales e, imaginamos, con una legislación tan enrevesada como la alteriana.
Así pasaban los días, entre aventura y aventura y arrasando a toda la villanía del orbe, imponiendo la Ley y luchando para que su planeta de adopción fuese un mundo mejor cuando… apareció de nuevo Kil-Ar. Y no necesitó alquilar sed de venganza el malo porque, al curarse de la amnesia que había sufrido durante de años, descubrió la necesidad de aniquilar a su archienemigo Mann: el impulso de sembrar el mal rebrotó en él como si nunca lo hubiese abandonado. Además también había adquirido los mismos superpoderes que Transformer Man y se dedicaba a putearlo y a dejarlo mal de cara a la galería, transformándose en nuestro héroe. Menudo pájaro estaba hecho Kil-Ar…
Si este panorama no resultaba bastante emocionante, hicieron su aparición un misterioso asesino en serie especializado en oficiales de policía, una maestra rural enamorada de Transformer Man pero que pasaba del alter ego, Mann, un mago medio loco y un jefe de policía que siempre sospechaba que Mann era Transformer Man. Vamos, un folletín de cómic en toda regla.
Con guión de Vic J. Poblete y dibujos de Mar T. Santana, Transformer Man apareció en el año 1985 de la mano de la editorial Adventures Illustrated Magazines en la colección Superheroes Pocketkomiks en la ciudad de Manila. Hasta esa fecha Damy Velásquez, el fundador, se dedicaba a publicar historietas de amor ilustradas, supongo que de ahí le viene el deje del enamoramiento no correspondido de la guapa Jenny Serrano (la maestra).
A Transformer Man le cambiaron el nombre por el de Magic Man, que es mucho menos incisivo, sobre todo teniendo en cuenta que nuestro superhéroe motorista no tiene nada de mágico.
Pues eso, retazos de la historia del cómic en Filipinas que nos pilla de soslayo porque España estuvo en Filipinas y como diría Silvestre, aquello fue un cacho de España y se me llena la boca de España cada vez que digo España.
[…] Viajo en Moto hemos hablado algunas veces de cómics de motos, siempre relacionado con el mundo de las motos. Muchos de […]