Por causas ajenas a mi voluntad este año no hubo ni Pingüinos, ni Motauros. Precisamente este año que había planeado todo con tanta antelación y había decidido hacer el viaje con más gente. En lugar de eso, los elementos se aliaron en mi contra de modo que resultó imposible sobrepasar el Puerto a causa de las enormes planchas de hielo. Y aquí me quedé, en casa disfrutando de la lectura de un buen libro y de la mantita a cuadros al lado de la chimenea.
Me acerqué, casi sin querer, casi sin darme cuenta a Operación Impala de forma tardía, pues tengo en mis manos la cuarta edición del libro. Esta es una de esas joyitas que uno descubre así sin buscar, como quien no quiere la cosa.
Conozco la existencia de [easyazon_link identifier=»8415372086″ locale=»ES» tag=»http://amazon.es»]esta obra[/easyazon_link] desde hace años pero, no sé si por lo poco atractivo que me pareció el título, por el modelo de moto empleado para la aventura o por lo remoto de la gesta, nunca me había dado por acercarme a él. Craso error.
O no. Nunca es tarde para dejarse seducir por una aventura excelente, narrada con maestría y en la que la sonrisa te acompaña de principio a fin. La cosa comienza en Barcelona, en el año 1962 cuando cinco intrépidos se plantean hacer la travesía desde Ciudad del cabo hasta Barcelona. Nada que no hubieran hecho los alemanes y los ingleses ya en aquellos tiempos, pero ninguno tan loco como para realizar el viaje a lomos de tres Montesa Impala de 175 cc. Si esto no basta para que te quedes boquiabierto, imagínate el coche de apoyo, un Land Rover comprado en Sudáfrica y con matrícula del Principado de Andorra, ahí es nada.
[easyazon_link identifier=»8415372086″ locale=»ES» tag=»http://amazon.es»]Manolo Maristany[/easyazon_link], el autor, nos va narrando, magistralmente el periplo por África en los tiempos del apartheid, en los tiempos de la descolonización, en los tiempos de hace casi medio siglo. Y bien claro que nos lo deja en el prólogo a la edición de 2004 en la que nos comenta su deseo de cambiar algunas expresiones y algunos pasajes del libro, publicado en su día con el cuchillo de la censura en la mano. Su idea fue desechada de forma inmediata por el editor, como muy buen criterio a mi parecer. A pesar de esos dejes propios de la escritura de la España ardofranquista, (a veces parece que estés viendo una película de Alberto Closas), es una delicia ir avanzando páginas, descubrir rasgos de los aventureros y, por descontado, ir viajando con ellos cuarenta y seis años más tarde.
Hay, sin embargo, algo en el libro que causa extrañeza y desazón: un prólogo de Carlos Mas a la edición de 1984 en la que nos canta sus excelencias y lo duro que es la Daris Dakar. Es toda una declaración de intenciones que, ni viene a cuento, ni aporta nada de nada a la comprensión del libro. Yo lo hubiese eliminado de un plumazo porque no pega ni con cola. Es como un mal apósito.
Pero una vez que dejamos atrás al bueno de Mas y nos internamos en los entresijos del viaje la cosa cambia y nos imaginamos a las tres Montesa Impala petardeando por el continente negro como Pedro por su casa. Uno descubre con satisfacción como Manolo va destripando y derribado los tópicos que la España de los años sesenta tenía sobre África.
[easyazon_link identifier=»8426107516″ locale=»ES» tag=»http://amazon.es»]Operación Impala[/easyazon_link] es otro libro que no puede falta en la biblioteca de motociclista. No te lo pierdas.
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