Ramón Costa, un carpintero catalán nos cuenta en su libro su periplo en una Honda Golwing alrededor del mundo. El viaje comienza como una aventura a dúo pero, por cuestiones que no son desveladas en el texto, se queda dando la vuelta el solo al llegar a Australia.

Lo más sobresaliente de la obra lo encontramos en la primera parte, hasta llegar a India, quizá, hasta Australia. A partir de aquí la cosa flojea bastante y la narración se vuelve, salvo excepciones, en una tediosa descripción de carreteras y parajes, con tantos nombres de pueblos y ciudades que se hace necesario apartarlos con la mano para poder pasar página. Resulta un tanto pesado, al menos para mi, encontrarse con cinco o seis topónimos por página máxime cuando, en ocasiones, la única información que hay del sitio concreto es solo eso, el nombre.

Para mi resultaría mucho más atractivo el encontrar detalles de la gente, de las personas con las que se va encontrando por el camino, de la idiosincrasia de cada país en lugar de tantos detalles sobre el estado del asfalto, las buenas o malas carreteras y datos sobre tiempos de llegada. Los lectores de libros de viajes, en su mayoría, demandan impresiones de primera mano, reflexiones personales, pensamientos íntimos que son especiales por manifestarse en un viaje tan especial. En lugar de eso se nos ofrece un libro que se asemeja al navegador GPS con páginas que parecen escritas sobrevolando el GoogleMaps.

Me ha costado terminarlo porque aparecen pocos atractivos y las áginas se van sucediendo con poco nuevo que ofrecer. Es como si Ramón nos hubiese querido brindar una especie de guía para dar la vuelta al mundo en lugar de contarnos lo que realmente nos importaba: su viaje.

Una lástima porque estoy seguro que el autor tiene capacidad y sensibilidad suficiente como para habernos ofrecido una obra más completa, más íntima y menos tediosa.