Este otoño ha sido muy prolífico desde el punto de vista de lector. De forma consecutiva me he zampado “Los Viajes de Júpiter”, como ya he dicho en otras ocasiones, obra de culto imprescindible en cualquier biblioteca de un motero, “En 79 días vuelta al mundo en Vespa”, ni mucho menos tan evocador como el primero pero pasable por lo pueril y por lo que de testimonio de un época tiene, y “Safari Salama”, el regalo de cumpleaños que se hizo un empresario catalán que cumplía los cincuenta.
Safari Salama es, más que un libro, un diario. Está escrito por un motero que descubre el placer de relatar sus aventuras precisamente con esta ópera prima. El estilo nos recuerda a las “crónicas” de los foros de internet, alejándose, para mi gusto demasiado, de las formas literarias que podrían hacer más amena su lectura, utilizando un lenguaje coloquial más propio de internet que de una obra literaria pero que en ningún momento resulta burdo sino directo y real.
Hasta la mitad del viaje el autor, Lluis Coromí, nos relata de forma somera los preparativos para sumergirse luego en los pormenores de su periplo desde Ciudad del Cabo en Sudáfrica hasta El Cairo, en Egipto. Sin embargo, a partir del ecuador de la ruta Lluis parece haber perdido interés y el relato decae de forma notable, dejando que las páginas transcurran como los kilómetros.
Algo que me ha llamado la atención sobremanera es la insistencia, machacona en algunos pasajes, en que él no es un turista sino un viajero que se mueve de forma alternativa y diferente a las hordas humanas que visitan los diferentes países. Y resulta un tanto pedante esa insistencia porque viene de alguien que ha enviado su moto en avión hasta Sudáfrica y se ha alojado en hoteles de lujo en varias ocasiones a lo largo del viaje. Ojo, no se me malinterprete, no digo que no sea totalmente lícito si tienes los medios económicos para hacerlo, pero me parece poco ético alardear de viajero auténtico y ensalzar tu gesta desde un hotel de cuatro o cinco estrellas, menospreciando el viaje de los demás .
Salvando estos detalles el libro, editado por el autor, es un bonito relato de su ruta en la que nos deja ver, en ocasiones, algunos de sus pensamientos más íntimos, de sus miedos y de sus esperanzas. Lluis es un viajero incansable con muchos kilómetros en sus posaderas y eso se nota a la hora de encarar los diferentes acontecimientos de su viaje y la forma de solventar los pequeños problemas, (a veces no tan pequeños), que van surgiendo a través de las carreteras y caminos africanos.
A lomos de una BMW GS650F, no en vano es dueño de un concesionario BMW, nos va desgranado su particular visión de África, con sus miserias y sus grandezas y con una enseñanza primordial. “África es imprevisible”.
El libro está disponible en Libro Motor y en la tienda virtual del Museo de la Moto de Basella por quince euros.
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