Cuando estuve en el Museo de la Moto y el Carruaje en Hervás (Cáceres), me encontré con multitud de motos curiosas. Al no ser yo un gran entendido en clásicas todo me llamaba la atención, desde la estética tan exclusiva de algunos modelos hasta las soluciones técnicas aplicadas en motos de más de cincuenta años. Entre ellas había una Motosachoche que llamó mi atención por su curioso nombre que tenía resonancia de vehículo de cuatro ruedas.
La Motosacoche recibe su nombre por algo muy prolijo y mundano: cuando los hermanos Dufaux comenzaron a fabricar motos en el año 1900 éstas no eran más que un cuadro de bicicleta con un pequeño motor que parecía estar metido dentro de un saco. Si juntamos moto con saco y ya tenemos la marca comercial. Al principio los pequeños motores que montaban eran comprados a otra empresa suiza y que eran usados por muchas marcas, pero no tardaron en fabricar su propio v-twin de 350. Éste resultó ser tan bueno que Royal Enfield lo montó en sus motocicletas durante años. Luego llegó el interés de Triumph, Ariel, Matchless y hasta de la exclusiva Brough Superior que también decidieron montar el M.A.G. (Motosacoche Acacias Genève) en sus máquinas.
No tardaron en abrir factorías en Francia, Inglaterra e Italia y en el año 1922 ya habían ganado su primer Bol d´Or en París. Los triunfos en el Campeonato Europeo fueron cayendo y su prestigio ganando enteros en competiciones como el Tourist Trophy de la Isla de Man. A principios de los años 30 la todopoderosa Norton se fue adueñando del pastel y al llegar la Primera Guerra mundial la empresa, como casi todas, comenzó a ir de mal en peor. Al término de la contienda siguió con un paso renqueante y sin conseguir levantar cabeza. Pasó la Segunda Guerra Mundial y Motosacoche, que no se resignaba a desaparecer, diseñó una nueva máquina de 200 cc. que ni siquiera llegó a la cadena de producción.
En 1957 aún se vendieron algunas bajo el nombre de la firma alemana TU Motorcycles pero con escaso éxito. A partir de ahí sólo se fabricaron los motores MAG durante unos años hasta desaparecer.
P.D.: Mi amiga Lidia, desde la sombra, me acaba de proporcionar una bonita historia que sirve como colofón para este humilde artículo. No os la perdáis.
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