Antes de comenzar a leer has de saber que los viajes en el tiempo son algo imposible. El tiempo, por definición, solo corre en una dirección, al menos en lo que concierne a la vida del ser humano, o sea que lo que vas a leer en adelante es sólo un ejercicio especulativo que no te va a llevar a ninguna parte. Como mucho, a perder el tiempo.
¿Quién no ha pensado alguna vez en viajar en el tiempo, en explorar épocas pasadas o futuras, enmendando, resolviendo, averiguando…? Seguramente todos, pero como se ha antedicho, el tiempo fluye en una única dirección y otra cosa sería ir contra natura. Los seres vivos nacen, crecen y mueren, no queda otra. A menos que el tiempo sea cíclico pero eso, para el caso que nos ocupa, sería del todo intrascendente.
Como tenemos tiempo para perder (internet sirve para eso la mayoría de las veces) imaginemos por un momento que los viajes en el tiempo son posibles. Aún iremos más allá, imaginemos que podemos viajar en el tiempo dentro de nuestra propia vida. ¿Recuerdas aquella vez que dijiste «si pudiera volver atrás haría esto o aquello? Pues imagina, de verdad, que fuera posible. Piensa en la cantidad de cosas que podrías reparar…
«Puede, quién sabe, que te tocase
una quiniela o la primitiva»
Para este viaje tendrías dos opciones: volver hacia atrás sabiendo lo que sabes o volver sin recordar tu presente actual.
Seguramente escogerías la primera opción. Como sabes lo que va a pasar no te desharías de la Bultaco Alpina o cambiarías la ruta el día que tuviste el accidente con la moto. Incluso avisarías del peligro a aquel amigo que se mató. Puede, quién sabe, que te tocase una quiniela o la primitiva.
» la mente tiende a magnificar lo positivo
y a olvidar lo negativo»
Y volverías a vivir aquellos sentimientos tan intensos del primer paseo en moto, del primer beso, del primer viaje… Tan solo para descubrir que esos sentimientos no eran tan fuertes como los recordabas porque la mente tiende a magnificar lo positivo y a olvidar lo negativo. No es culpa tuya, no te inquietes, es un mecanismo natural de supervivencia; si recordásemos sólo los peores momentos de la vida ni siquiera nos apetecería seguir viviéndola. También descubrirías que con veinte años tendrías la mentalidad de alguien de cincuenta, sesenta o la edad que tuvieras cuando decidieras hacer la regresión.¿Te imaginas? Con tus amiguetes de fiesta, haciendo el indio y diciendo las mismas sandeces que entonces pero con tu cabeza amueblada por un cincuentón. Menuda mierda de viaje en el tiempo: sentimientos contradictorios, crisis existenciales de adolescencia que ya no serían tales, el mundo ya descubierto, experiencia de anciano en un cuerpo de 25 años. Definitivamente, poco apetecible. Escojamos, pues, la segunda opción.
Regresamos a nuestro «yo» de antes, el de los veinte, pero sin ninguna experiencia de nuestro «yo» actual. Ya no tendremos los conflictos de la primera opción así que, con nuestra mente ávida de conocimientos y experiencias, volveremos a comprar la misma moto, volveremos a darnos el mismo piñazo, nuestro amigo sufrirá el mismo accidente y volveremos a cometer los mismos errores. O peores, si esa realidad alternativa discurre en un universo paralelo. ¿Para qué hemos vuelto atrás? Para nada, no merece la pena. Conclusión, es una suerte que no podamos volver atrás en nuestra vida porque, escojamos la opción que escojamos, es peor que el presente. Además es imposible.
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