En la década de los 20 del siglo XX Harley-Davidson había crecido como la espuma. Exportaciones a todo el mundo, innovación, motos avanzadas tecnológicamente. Japón no se escapaba de este mercado global y los puntos de venta se multiplicaban por el país del Sol Naciente.
Pero después de la cumbre llega la bajada y esta aconteció en forma del crack del 29 con una recesión económica no conocida hasta la fecha. Ejecutivos tirándose por las ventanas en Wall Street, acciones también cayendo y Harley Davidson, que no era ajena al devenir de la bolsa, perdiendo mercados de forma estrepitosa y viendo como sus ventas disminuían de forma alarmante. En este contexto, cuando el director del proyecto Harley en Japón propuso fabricar las motos en el país nipón, la casa madre no tardó en vencer las primeras reticencias y enviar planos, ingenieros y maquinaria al otro lado del Pacífico.
Comenzaron fabricando un motor v-Twin 97 de penúltima generación, descatalogados en los USA, pero la filial tenía la licencia y a mediados de los años 30 ya estaba fabricando las motos completas, sin necesidad de importar nada de Estados Unidos. De este modo fue como nació RIKUO Co. Ltd. que luego pasó a llamarse Sankyo. Sankyo no quiso comprar la licencia para fabricar los nuevos motores Knucklehead y al final acabaron vendiendo la empresa a Showa, actual proveedor de amortiguadores para Harley.
Pero antes de eso Rikuo vendió sus motos al ejército japonés, convirtiéndose en todo un emblema militar. Durante la guerra la aportación de estas Harley de Rikuo no fue muy decisiva ya que los vehículos con que contaba el ejército, ligeros y muy operativos, los hacían más aptos para las campañas del Pacífico donde las motos con sidecar no se desenvolvían con facilidad.
Llegaron a producirse unas 18.000 unidades.
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