5. Morir a la Orilla
Por fin llegó la última etapa y además, saliendo desde mi casa. La cosa prometía. El día anterior la fiesta de gaitas no se había alargado hasta las tantas, tal y como era costumbre, en aras de evitar un, más que probable, mal estado general para retomar el Camino. La etapa anterior, de Oviedo a Grandas, había sido rápida y sin problemas y presagiaba otra similar para rematar. El Vespino parecía haber ganado algo de potencia en los últimos días y mi trasero ya se estaba acostumbrando a las cinco o seis horas diarias de maltrato en el desgastado sillón del ciclomotor. Cuando salí a la calle comenzaban a caer las primeras gotas, nada serio, pero a lo lejos, detrás de las montañas donde comienza Galicia, la negrura se adueñaba del cielo presagiando la entrada de un frente bastante [...]