Muy felices me las prometía yo cuando, buscando literatura motera, dí con un sitios de esos, en internet, en los que una serie de expertos dan consejos a quien se los pide. Se trata de un “site” en el que a cualquier idiota como yo le permiten opinar, por ejemplo, de literatura, con la salvedad de que yo lo hago en mi propia casa y pagando de mi bolsillo, sin ánimo de sentar cátedra y con la autorización moral que me otorga el ser el propietario de esta página. En realidad quizá no haya mucha diferencia pero si hay matiz.

 

Al turrón, que me pierdo. Decía que me las prometía muy felices porque en ese sitio de expertos uno preguntaba por literatura motera, de viajes y esas cosas que nos gustan tanto y otro que sabía mucho le recomendaba un libro de Hugh Laurie, el protagonista de Dr. House. Grata sorpresa saber que ese tío escribe porque, así a priori, me cae bien. El libro en cuestión era “Una Noche de Perros” y según el experto recomendador trataba sobre un tío que anda en moto todo el día de un lado para otro y se mete en varios líos y aventuras. Bueno, dicho así, de sopetón parece un resumen burdo de su respuesta y claro que lo es pero no he podido encontrar la famosa web en la que se recomendaba para ofrecer más detalles. En cualquier caso, la recomendación no daba para mucho más que esta exigua sinopsis.

Total que después de patearme virtualmente varias librerías en los que los precios oscilaban de quince a veintisiete euros encontré un ejemplar de segunda mano en Iberlibro, (lugar que recomiendo a cualquiera que busque un libro con cierto interés), por el irrisorio precio de siete euros. No contento con ello aún di más vueltas por esta web hasta dar con uno nuevo por el también irrisorio precio de nueve euros, gastos de envío incluidos.

Y nada, en quince días, (o menos), tenía el libro en casa y admiraba la portada con la silueta de una moto y un motorista. Coño, coño, que hallazgo.

Tardé varias páginas en dar con la primera cita de la moto, sobre la sesenta o la setenta, en la que describía las bondades de la Kawasaki ZZR 750. Y tardé muchas páginas más en volver a encontrar algo sobre la moto. Tanto que, en todo el libro sólo hay tres pasajes en los que la moto tenga algo que ver en la trama, aunque solo sea como una triste invitada secundaria.

Por lo demás el libro, bien. Es una especie de parodia sobre las novelas de espías, género negro y esas cosas. Un protagonista vacilón, fumador y bebedor hasta, precísamente, lo paródico, que corre mil aventuras en una enrevesada trama que nos lleva de un lugar a otro, de sonrisa en sonrisa a pesar de lo dramático del asunto. Si yo hubiera escrito este libro, además de estar mucho peor elaborado y ser una mierda infumable casi con seguridad, habría aprovechado la moto casi en cada capítulo pero como lo ha escrito el bueno de Hugh, tendremos que conformarnos con lo que hay.

Resumiendo, literatura motera no es, no, pero el protagonista tiene moto.

Admitimos “suegra” como animal de compañía.