Es raro que llegue a nuestras manos un libro de viajes en moto porque no se prodigan mucho los viajeros en escribir tales crónicas. Y aún es más raro que el libro en cuestión haya sido escrito y protagonizado por dos guatemaltecos que se lían la manta a la cabeza para recorrer una parte del mundo.

Después de vender casi todas sus pertenencias, coche incluido, con la decisión bien meditada, Leonor y Gustavo parten desde Guatemala hacia el sur para recorrer todo el continente sudamericano, dejando a sus hijos y nietos, (son abuelos a los 40), repartidos también por el mundo. Lo original de este libro reside en la forma de contar el viaje: a dúo. Leonor comienza contándonos, con su peculiar visión, como ha sido para ella la ruta, cómo ha visto, desde el asiento trasero de la moto, lo que el mundo le iba poniendo delante. Así, poco a poco, vamos haciéndonos una idea de ella, de su forma de ver la vida, de su particular y entrañable relación con el mundo. Pinceladas de la historia reciente de Guatemala, la guerra civil que castigó al país, los tiempos ilusionantes de la Nicaragua Sandinista, la frustración de pasar por lugares explotados… una crítica social en toda regla que, sin embargo, no se aleja en absoluto del viaje en moto, en La Negra, el hilo conductor de toda la historia.

Sorprende la nitidez con la que Leonor nos presenta a las distintas personas con la que se cruzan en el viaje, el preciso retrato que hace de cada una de ellas, casi sin que nos demos cuenta, casi si que ella se percate. De este modo, poco a poco, vamos bajando a través de Colombia, de Brasil, de Uruguay… conociendo gente en cada página y viendo como cambia el paisaje humano.

Gustavo nos muestra otra cara del viaje no menos atractiva. La prioridad en su parte del libro es contarnos, no solo cosas del viaje, también cosas de La Negra, la Ducati Indiana de 1986 que, con escasos problemas para lo épico del viaje, los llevó alrededor del continente. Él es el que, con un estilo sencillo y fresco, nos da detalles de la carretera, del tiempo atmosférico, del tráfico, sin que en ningún momento se nos haga aburrido. Sentimos cercanos los ruidos, la avería de un fusible, el calor brasileño, el encuentro con otros “motoqueros” y, en fin, todo aquello que los que gustamos de viajar sobre dos ruedas necesitamos.

 

El libro lo he tenido que pedir a Guatemala, en la librería Sophos, y sale más caro el enviarlo a España que el propio libro en sí. Aún con estas premisas, merece la pena hacerse con él y disfrutar de un viaje placentero desde la confortabilidad de nuestro sillón.

 

Si deseas saber más cosas del viaje de Lourdes y Gustavo ésta es su página